martes, 29 de enero de 2008

6 - 5 Equipos para la Exposición

Lee el documento "Consideraciones generales..."

El trabajo se entrega el viernes 22 de febrero vía email (mduron@ict.edu.mx)

El 8 de febrero presentan los equipos 1 a 4.
El 14 de febrero presentan los equipos 5 a 7.

Equipo 1
Aguilar Hernández María Fernanda
Heredia Cruz Luz Andrea
Ramírez Zavala Nelly Alejandra

Equipo 2
Alanis López Sheila Zulema
Heredia Zubieta Ana Lucía
Rivera Guillén Ximena

Equipo 3
Aviña Zapata Marissa
Hernández Inglés Erick Francisco
Rodríguez López Rocío Del Carmen

Equipo 4
Castañeda Barrera Luis David
Maldonado Mijares Marisol Silvia
Sánchez Cid Sonia Fernanda

Equipo 5
Castillo Eguileta Emely
Martínez Carrillo Alejandro
Santin Flores Silvia

Equipo 6
Chávez Latofski Estefanía
Mennah Govela Yamile Alejandra
Villa Meléndez Verónica

Equipo 7
Galván Sánchez Sara
Moses Sánchez José Gerardo

6 - 4 Equipos para la Exposición

Lee el documento "Consideraciones generales..."

El trabajo se entrega el jueves 7 de febrero vía email (mduron@ict.edu.mx) Si algún equipo tiene dificultad, avíseme con tiempo.

El 7 de febrero presentan los equipos 1 a 5.

El 14 de febrero presentan los equipos 6 a 10.

Equipo 1
Aguirre Chávez Héctor
Gorbea Hinojosa María Teresa
Ostos González Gerardo
Rosales Ramírez Ximena Izalia

Equipo 2
Cantú Rodríguez Sonia Florentina
Casanova Arteaga Samuel Alfonso
Martínez García Melina Patricia
Piña Plaza Luis Aurelio

Equipo 3
Castro Amor Raúl Alejandro
García Martínez Brenda Marylu
Huerta Romo Mayra Alejandra
Robles Betancourt Marco Antonio

Equipo 4
Barreda Zamora Beatriz Elena
Cossio Govea César David
Herrera Paredes Marian
Rocha Jiménez Juan Luis

Equipo 5
Aradillas Flores Violeta Yazmín
Elizondo Costa María Lucía
Espinosa Flores José Joaquín
Velazco Cárdenas Martín Fernando

Equipo 6
Chapus Fonseca Jaqueline Michelle
Flores Morales Efren Francisco
González Hidalgo María Teresa

Equipo 7
Gómez Pérez Denise
Guerrero Adame Fernando
Rodríguez Guerra Cristina Marcela

Equipo 8
García Mendo Melissa
Llerena Martín Del Campo Héctor M
Ríos Jiménez Ana Cristina

Equipo 9
Camacho Gómez Beatriz
Meza Quintanilla Alejandra
Núñez De Cáceres Estrada José L

Equipo 10
Méndez Arteaga Alejandra
Núñez Peña Lamas Diego Alonso
Ramírez Espiricueto Sandra Angélica

6 - 3 Equipos para la Exposición

El trabajo del resumen de la Dei Verbum se envía por email a mduron@ict.edu.mx antes de las 11:00 am del 6 de febrero, si alguien tiene problemas para enviarla ese día, pida una prórroga.

Lee el documento "Consideraciones generales...."
De acuerdo al número de tu equipo es el tema que te toca exponer.

Los equipos 1 a 5 presentan el día 6 de febrero. Si alguien del equipo va a participar en el taller de misiones, puede cambiar la fecha de presentación (no cambiarse de equipo) con alguien del 13.
Los equipos 6 a 10 el 13 de febrero.

Equipo 1
Almaguer Arámbula Luis José
Eng Obando Joyce
Pedraza Rubio Guillermo
Torres Díaz Arantza Zu

Equipo 2
Angeles San Martin Andrés De J
Delgado Rivera Karen Estefanía
Quiroga Acevedo Alessandra
Sánchez Manzur Antonio

Equipo 3
Azpeytia Obele Erick
Cardin Garza Alda
Palma Valdés María Fernanda
Senties Barrios Alejandro

Equipo 4
Belfort Martínez Lorena
Deschamps Pinete Ricardo
Ortíz Melo Mercedes
Valadez Cabrero José Gilberto

Equipo 5
Azúa Montoya Michel
Elizondo Ramon Jorge Ernesto
Núñez López María Fernanda
Velderrain Ramírez Diego

Equipo 6
Jiménez Soriano Jorge Armando
Noble Carmona María Susana
Villaseñor Barrera Rafael

Equipo 7
Martínez Flores Erick Gerardo
Morales Rodríguez Ivonne
Violante Cumpa Jorge Rafael

Equipo 8
Luna García Bertha
Melo Y Ramírez Andrés
Zárate Serrano Marianna

Equipo 9
López De La Rosa Blanca Denisse
Montaño Reyes Luis Ignacio
Treviño Barrios Mónica

Equipo 10
González Hernández Ruth Gisela
Moreno Miranda Enrique
Torres Díaz Carmen Adriana.

6 - 2 Equipos para la exposición

Sobre el trabajo de la Dei Verbum:
Como a la hora de la clase fue la intervención del ITESO, la entrega del resumen de la Dei Verbum se hará de la siguiente manera:

Los integrantes de los equipos 6 a 10 lo envían a mi correo el 5 de febrero o antes.
Los integrantes de los equipos 1 a 5 lo envían a mi correo el 12 de febrero o antes.
Correo: mduron@ict.edu.mx

Las citas que faltan son las siguientes:
Apartado 14: Gen 15, 18; Ex 24, 8; Salmo 22,96; Is 2, 1 – 4; Jer 3, 16; Rom 15, 4

Apartado 15: Lc 24, 44; Jn 5, 39; 1 Pe 1, 10; 1 Cor 10, 11

Apartado 16: Lc 22, 20; 1 Cor 11, 25; Mt 5, 17; Lc 24, 27; Rom 16, 25 – 26; 2 Cor 3, 14 – 16

Apartado 17: Rom 1, 16; Gal 4, 4; Jn 1, 14; Jn 12, 32; Jn 6, 68; Ef 3, 4 – 6;

Apartado 19: Hch 1, 1 – 2; Lc 1, 2 - 4

Apartado 20: Mt 28, 20; Jn 16, 13

Apartado 21: Hbr 4, 12; Hch 20, 32; 1 Tes 2, 13

Apartado 25: Flp 3, 8

Apartado 26: Is 40, 8; 1 Pe 1, 23 - 25.

Equipos para las exposiciones:

Lee las "Consideraciones generales..."

El número del equipo es en número del tema.

Equipos que presentan el 5 de febrero
Equipo 1
Acosta Florencia Alfredo
Beaven Calderón Laura Patricia
López Castillo Ricardo
Rivera Reyes Aldo

Equipo 2
De La Rosa Mohamed Mario Alberto
Flores Etienne Leslie
López López Roberto Iván

Equipo 3
Delgadillo Chabolla Gabriel Alejandro
Gómez Contreras Anna Rosa
López Padilla Raúl Antonio

Equipo 4
Escobar Mercado Esteban Eduardo
Gómez De La Cruz María Fernanda
Manrique Gutiérrez Rodrigo

Equipo 5
Fernández Medellín Ramón
López Echartea Eglantina
Naranjo Padilla José Rodrigo

Equipos que presentan el día 12 de Febrero
Equipo 6
Flores Revilla Andrés Alejandro
Martínez Reséndez Karen Celeste
Narro Vallejo Arturo

Equipo 7
Gálvez Ramos Fernando
Nader Valencia Ana Karen
Nossiff Sepulveda Daniel Alejandro

Equipo 8
García Rivas Jesús Dario
Patiño Wild Jorge Isaac
Rendón Hernández Ana Patricia

Equipo 9
Garmendia Cárdenas Gerardo
Ramírez Maldonado Jesús
Vela Eraña Nilse María

6 - 1 Equipos para la exposición

Consulta las "Consideraciones generales..."

Equipos que presentan el lunes 11 (el número del equipo es el tema que les toca presentar). Recuerda que la segunda parte de la clase es el examen bimestral.

Equipo 1
Abdo Feres Yolanda
Azcárraga Ibargüengoitia Rogelio
García Saldaña Mónica Marlenne
Rangel Ochoa Ana Hellen

Equipo 2
Acosta Florencia María Del Pilar
Balcazar Núñez Fernando Arturo
Garza Izaguirre Clarissa
Reyes Martínez Ana Karina

Equipo 3
Bautista Rdz Grettel Esmeralda
Di Bella Pérez Guillermo Alejandro
Gómez Treviño Lizeth Alejandra
Rocha González Rocío Cecilia

Equipo 4
Blanco Reyes Odette
García Barrón Luis Felipe
Govela Atiye Magaly
Sigrist Herrera Jeanette

Equipo 5
Cárdenas Alanís Ana Graciela
García Vargas Javier
Jaime De La Serna Ana Rosa S
osa Herrera Mariela

Equipos que presentan el lunes 18
Equipo 6
Carranza Salas Marcela Diana
Knight Mendoza Enrique
Limón Pérez Cynthia Karen
Tudón Maldonado Martha Alicia

Equipo 7
Carrera Rueda Blanca Guadalupe
Lugo Nava Adrián Andrés
Naumov Brunel Geralyne Leonie
Valdez Suárez Miriam

Equipo 8
Chimely Del Ángel Monserrat
Moses Cardín José Carlos
Piña González Mariana
Vera González Diana Carolina

Equipo 9
Del Ángel Guerra Hilda Lisseth
Portes Chávez Luisa
Sánchez Coppola Ricardo Fernando

Equipo 10
Domínguez Martínez Sara Alicia
Ramírez Rocha Martha Eileen
Sánchez Lan Andrés

Consideraciones Generales para la exposición de temas

Listado de temas:
A) Pruebas racionales de la existencia de Dios.
1. Pruebas físicas
2. Pruebas metafísicas y morales

B) Increecncias
3. Ateísmo
4. Superstición
5. Gnosticismo
6. Esoterismo

C) Nuevos Movimientos Religiosos (elegir del libro de P. Bosch)
7. Movimientos de origen cristiano
8. Movimientos de origen oriental
9. Movimientos de origen esotérico I
10. Movimientos de origen esotérico II

Para los temas consultar los dos textos base que se encuentran en la Biblioteca
· Díez Cuesta, Margarita. Hacia un humanismo cristiano 3, Editorial Progreso, México, 1995.
· Bosch, Pedro. Para conocer las sectas. Editorial Verbo Divino, Navarra, 2001.

Indicaciones generales
· Prevee con tiempo (por lo menos el día anterior) el material necesario con el encargado de Audiovisuales que corresponda (en la mañana Pedro Martínez; en la tarde con Daniel)
· Tiempo máximo 9 minutos por equipo
· Este tema tiene tres calificaciones:
a) Exposición (seguridad, claridad, material, creatividad)
b) Informe (que sea síntesis, buena presentación, se puede mandar por correo, no hace falta que esté engargolado, solo grapado)
c) Reporte personal: cada alumno entrega un reporte (a mano, con pluma, no lápiz y letra legible) de las exposiciones de sus compañeros al fin de la clase de la última presentación. Contenido del reporte: a) título de la exposición; b) integrantes; c) contenido (un texto integre las respuestas a las siguientes preguntas: ¿Qué información relevante presentaron? ¿qué me llamó la atención? (tanto del material de apoyo, como de la presentación o del contenido); d) conclusión (opinión general del trabajo de los compañeros).

martes, 15 de enero de 2008

Sesión 3 (21 a 25 de Enero)

Entra al sitio del Vaticano, busca la Constitución Dogmática Dei Verbum (de los documentos del Concilio Vaticano II) e imprímela (no abrá control de lectura).

En clase vamos a trabajar en parejas.

Material por parejas: Copias de la Dei Verbum y Biblia, si a una pareja no trae el material completo se marcará como falta.

Si no encuentas la Dei Verbum haz click aquí.

martes, 8 de enero de 2008

Sesión 2 (14 al 18 de Enero)

La Fe: ¿Conocimiento o Sensación De Dios?

En el capítulo anterior hemos afirmado que el hombre está hecho para la relación con Dios Con otras palabras: Está hecho para la fe. Pero, ¿qué es la fe? Los catecismos que estudiaron nuestros padres tenían una parte titulada "las verdades que debemos creer"; y, de hecho, la mayoría de los cristianos conciben la fe como el asentimiento intelectual a determinados dogmas. La estructuración de tales catecismos como un catálogo de preguntas con sus correspondientes respuestas "ortodoxas", parece incluso un intento de medir cuánto se cree. Pero todo eso significa ignorar lo que es la fe. San Anselmo hablaba de una fe que todavía "no conoce".

Sé de quién me he fiado
Cuando al pueblo elegido se le preguntaba por su fe no se le ocurría responder con una serie de enunciados sobre Dios, el mundo y los hombres. Su respuesta era más bien relatar una historia y confesar que a lo largo de ella había palpado la presencia de Dios:

"Mi padre era un arameo errante... Los egipcios nos maltrataron y nos humillaron, y nos impusieron dura esclavitud (...) y el Señor escuchó nuestra voz (...) El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte (...) y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel" (Dt 26, 5-9).

Llega al extremo de que en hebreo ni siquiera hay una palabra que signifique lo mismo que nuestro "creer". El Antiguo Testamento utiliza generalmente el verbo 'aman, que significa "apoyarse en quien está firme". Por eso Isaías afirma: "Si no creéis, no estaréis firmes" (Is 7, 9). Creer es decir "amén" a Dios, fundar la existencia solamente sobre él, y es, por tanto, una actitud que incluye sentimientos de fidelidad personal, entrega absoluta, confianza osada, paciencia que nunca desespera... Esos son los rasgos que el autor de la Carta a los Hebreos destaca en los grandes testigos de la fe veterotestamentaria:

"Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber adónde iba Por la fe, (Moisés) salió de Egipto sin temer la ira del Rey; se mantuvo firme como si viera al Invisible.. . Por la fe soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones, apedreados, torturados, aserrados (...) hombres de los que no era digno el mundo" (Heb 11).

Nada tiene de particular que, recordando la confianza plena de Jesús en su "papá" (Abbá), sea designado como "el que inicia y consuma la fe" (Heb 12, 2). La fe es el resultado de un encuentro entre dos personas (el hombre y Dios), parecido -como nos dirá el profeta Oseas- a la relación matrimonial. San Pablo lo expresa maravillosamente cuando escribe: "Sé de quién me he fiado" (2 Tim 1, 12).

Por lo tanto, nadie puede tener fe por nosotros. Todo es diferente en la técnica. Basta, por ejemplo, que un científico, después de pacientes experimentos, descubra el antídoto contra una enfermedad para que todos los médicos del mundo se beneficien de esos resultados sin necesidad de que cada uno repita personalmente todo el proceso de la investigación. En el campo de la técnica podríamos dar la razón a Unamuno cuando dice: "Que inventen ellos."

Pero si la fe es, antes que nada, un encuentro con Dios, nadie puede ahorrarme mi propio encuentro personal. Los Santos Padres, cuando hablaban del conocimiento de Dios, solían emplear una expresión llamativa: "Sensación de Dios".

En una situación de cristianismo nacional, donde, teóricamente al menos, todos tienen fe, nunca se sabe si la tiene alguien de verdad, es decir, si se tiene fe en Dios o en quienes nos hablaron de él. Para los hombres nacidos en un ambiente cristiano, la fe consistirá en dejar de creer en sus maestros religiosos para creer directamente en Dios, igual que cuando los habitantes de aquella aldea samaritana pudieron decir a la mujer que les habló de Jesús: "Ya no creemos por lo que tú cuentas; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es realmente el Salvador del mundo" (Jn 4, 42).

De la fe a las creencias
A nosotros nos dijo Jesús que nadie "enciende un candil para meterlo debajo del perol" (Mt 5, 15), y por eso necesitamos contar a los demás la Buena Noticia de que hemos encontrado al Salvador del mundo. San Pedro decía a los cristianos que deben estar "dispuestos siempre a dar razón de su esperanza al que les pida una explicación" (1 Pe 3, 15). Y eso intentan las formulaciones de la fe. El "creo en Ti", se completa con el "creo que".

Ahora sí que hemos llegado a las verdades de la fe de los viejos catecismos. Las llamaremos creencias para distinguirlas de la fe misma que es ese encuentro amoroso con Dios. Y dejaremos bien claro que de nada sirven las creencias sin la fe. Sería como un paquete primoroso... que no envuelve nada. Santo Tomás de Aquino fue muy lúcido:

"Puesto que el que cree asiente a las palabras de otro, parece que aquel en cuya aserción se cree es como lo principal y como fin en toda fe; y, en cambio, secundarias aquellas verdades a las que uno asiente creyendo a otro."

Por otra parte, cuando intentamos expresar la fe en creencias, acabamos constatando, como el hijo de Sirah, que nunca logramos hablar convenientemente de Dios: "Siempre estará más alto" (Eclesiástico 43, 27-31). "Dios es más grande que nuestro corazón" (1 Jn 3, 20). Es como si intentáramos explicar a un ciego de nacimiento cómo es el color rojo. ¿Qué le diríamos? ¿Que es el color de la sangre? El nunca ha visto la sangre... ¿Que es el color que expresa la lucha, la energía...? Es inútil. Cuando el ciego creyera haber comprendido lo que es el color rojo tendríamos que decirle: Desgraciadamente, no es nada de lo que tú crees haber entendido: es "otra cosa".

Algo así nos ocurre con respecto a Dios. Ya Jenófanes hizo notar la dificultad de hablar del "totalmente otro":

"Los etíopes dicen que sus dioses son de nariz chata y negros; los tracios, que tienen ojos azules y pelo rojizo (...) Si los bueyes, caballos y leones tuvieran manos y pudieron dibujar con ellas y realizar obras como los hombres, dibujarían los aspectos de los dioses y harían sus cuerpos, los caballos semejantes a los caballos, los bueyes a los bueyes, tal como si tuvieran la figura correspondiente a cada uno."

Consciente de ello, san Agustín decía: "¿Crees saber qué es Dios? ¿Crees saber cómo es Dios? No es nada de lo que te imaginas. nada de lo que abraza tu pensamiento." Las "Florecillas de san Francisco" nos han transmitido una deliciosa anécdota:

"San Luis, Rey de Francia (. .) oyendo ]a grandísima fama de santidad de Fray Gil (...) deseó mucho verle (...) Avisó el portero a Fray Gil que un peregrino le llamaba y al mismo tiempo le fue revelado por Dios que era el Rey de Francia. Salió de la celda al instante, corrió con fervor a la portería, y aunque no se habían visto nunca. se arrodillaron sin más preámbulos, se abrazaron con grandísima devoción (...) y ninguno de los dos hablaba, sino que permanecían abrazados en silencio con aquellas demostraciones de caritativo amor. Después de estar largo tiempo de la manera referida, sin decir nada. se separaron el uno del otro (...) No os admiréis de esto, hermanos carísimos -explicó Fray Gil- porque ni yo a él ni él a mí nos podíamos decir palabra (...) mirándonos por disposición divina los corazones, conocíamos lo que nos queríamos decir mucho mejor y con más consuelo que si lo explicáramos con el habla, porque el lenguaje humano, por su deficiencia, no puede expresar con claridad las cosas secretas de Dios, y más hubiera servido de desconsuelo que de satisfacción".

Parece como si Fray Gil se hubiera adelantado siete siglos a la famosa afirmación de Wittgenstein: "De lo que no se puede hablar, mejor es callarse.". Pero el silencio es ambiguo. También calla sobre Dios el agnóstico y el ateo, nada más que por una razón muy diferente a la de Fray Gil. Por eso conviene que hablemos de Dios, aunque para hacerlo tengamos que destrozar el lenguaje, como san Agustín en una famosa oración:

"Eres nunca nuevo y nunca viejo (...), siempre obrando y siempre en reposo; siempre recogiendo y nunca necesitado (...) siempre buscando y nunca falto de nada (..) Amas y no sientes pasión; tienes celos y estás seguro; te arrepientes y no sientes dolor; te aíras y estás tranquilo."

Tal recurso a la paradoja no nace del capricho de dificultar la comprensión del creyente, sino que, con su misma apariencia de contradicción interna, constituye el único modo de poder atisbar algo de Dios. Diríamos que, lo mismo que la brújula busca siempre el polo y cuando la colocamos en la zona polar gira locamente, así también la razón humana apunta nerviosa, antinómicamente (Contradicción entre dos preceptos legales; Contradicción entre dos principios racionales.), cuando se la coloca en su "norte", que es Dios.

Crisis de fe
Quizá a la luz de lo anterior podremos reinterpretar lo que suelen llamarse "dudas de fe" y que, en realidad, son más bien "dificultades de creencias", dificultades con nuestras ideas sobre Dios. Las dificultades con las creencias no son peligrosas para quien tiene una experiencia personal de Dios, un trato amoroso con él. Como dijo el Cardenal Newman, "diez mil dificultades no hacen una duda".

Unas veces la fe se vive con entusiasmo: La persona de Cristo y su causa nos conmueven tiernamente. Pero otras veces, en cambio, todo es frialdad y sentimiento de la lejanía de Dios. No hay ningún místico que no se haya quejado alguna vez de haber sido abandonado por Dios. El gran maestro de tal experiencia es san Juan de la Cruz, que incluso le dio nombre inmortal: La Noche Oscura.

Quizá uno de los rasgos de nuestro tiempo sea la generalización de la noche oscura. Pero eso más debe esperanzarnos que deprimirnos: La Noche Oscura es una oportunidad para conocer mejor a Dios; acaba siendo siempre una purificación de nuestros pequeños "dioses de bolsillo", esos que Jenófanes advertía que hemos hecho a nuestra imagen y semejanza. El silencio de Dios señala la muerte de una imagen concreta de Dios, demasiado pobre, que nos habíamos fabricado y que, ante una situación nueva, no responde a nuestras expectativas, nos defrauda. El carácter chino que significa "crisis" resulta de la combinación del signo que dice "peligro" y del que simboliza "oportunidad". También la crisis de fe es a la vez peligro de rechazar a Dios, confundiéndolo con la imagen que rechazamos, y oportunidad de acercarnos más a él accediendo a una imagen nueva que sustituya a la antigua que se ha revelado defectuosa. Es la convicción de ·Tolstoi:
"Si te viene la idea de que es falso todo lo que pensabas sobre Dios y de que no hay Dios, no te asustes por eso. A muchos les sucede así. Si un salvaje deja de creer en su dios de madera, no es porque no haya Dios, sino porque el verdadero Dios no es de madera."

A veces -y basta repasar la vida de los místicos- la noche oscura dura años; siempre confiando en que volverá a llegar la luz y experimentando en carne propia lo de que la fe es la capacidad para soportar las dudas, a veces terribles. Ya decía santo Tomás de Aquino que la fe es "menos cierta" que el conocimiento porque las verdades de la fe "trascienden el entendimiento del hombre" ". A Santa Teresa del Niño Jesús, en su lecho de muerte, le venían estos pensamientos: "La muerte te dará no lo que tú esperas, sino una noche más profunda todavía, la noche de la nada." Y añadía:

"Debe pareceros un alma llena de consuelos, para quien casi se ha rasgado el velo de la fe. Y sin embargo., esto no es ya un velo para mí, es un muro que se alza hasta el cielo (...) canto simplemente lo que QUIER0 CREER ",
Para este estado de ánimo sigue siendo insuperable la norma de san Ignacio de Loyola: "En tiempo de desolación nunca hacer mudanza,"
Sin embargo, después de salir de la "noche oscura", el creyente siente que ha descubierto a Dios de una manera nueva. Puede decir como Job: "Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos" Job 42, 5)
La oportunidad que nos brindan las dudas de fe nos permite sacar una conclusión: Si hubo un tiempo en que nos acusábamos de "tener dudas de fe", hoy más bien deberíamos buscarlas a propósito, como la única manera de ir pasando del dios de madera al Dios de verdad. Santo Tomás de Aquino decía:
"Es necesario que aquel que quiera conocer cualquier verdad, conozca todas las dudas y dificultades que existan contra aquella verdad, porque en la solución de aquellas dudas se encuentra la verdad. Así que para saber verdaderamente ayudan mucho las razones de las tesis contrarias."
Decimos "ir pasando al Dios de verdad", y no "llegar", porque, como gustaban decir los teólogos medievales, "Dios es siempre mayor". San Gregorio de Nisa extiende esta inaccesibilidad de Dios incluso a la visión beatifica: "La verdadera visión de Dios consiste en esto: que aquel que levante los ojos a Dios no deja nunca de desearlo..., porque su ser es inaccesible."
"Busquemos, pues, como si hubiéramos de encontrar, y encontremos con el afán de seguir buscando."
Toda idea hacia Dios, si pretendemos convertirla en una idea de Dios, se vuelve mentirosa. La idea se convierte en un ídolo. Todo el rigor de la prohibición de Ex 20, 4 está justificado: "No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo." Junto a la idolatría plástica hay otra (no menos grave) mental, que consiste en rendir culto no a Dios, sino a los conceptos teológicos. Con más motivo que una fórmula química no es adecuada representación de un fenómeno vivo, debemos decir que la fórmula de un misterio no es el misterio mismo. Por eso es profundo el consejo que Herrmann Friedrich Kohlbrügg daba a su discípulo Wichelhaus: "Que no se entere tu camisa de que te tienes por un teólogo." "Pessimum miraculum", decía san Buenaventura de una teología que quiere "entender" demasiado: "El vino se transforma en agua."
La fe del carbonero
Semejantes afirmaciones podrían sugerir a no pocos enemigos de la inteligencia que la teología es perjudicial o, en el mejor de los casos, innecesaria. Entre tales personas prosperó y fue ensalzada la "fe del carbonero". No sin perplejidad nos enteramos de que Clemente XI condenó el 8 de septiembre de 1713 estas dos proposiciones de Pascasio Quesnel "como falsas, capciosas. malsonantes, ofensivas a los oídos piadosos, escandalosas, perniciosas, temerarias (...) sediciosas, impías, blasfemas, etc.":

- "Útil y necesario es en todo tiempo, en todo lugar y a todo género de personas estudiar y conocer el espíritu, la piedad y los misterios de la Sagrada Escritura."
- "La lectura de la Sagrada Escritura es para todos".

Y Melchor Cano, en el informe que dio a la Inquisición para que se condenara el Catecismo de Carranza, afirma que es "absolutamente condenable la pretensión de dar a los fieles una instrucción religiosa que sólo conviene a los sacerdotes" y "poner en romance tanta teología" .

De la fe del carbonero es un ejemplo notorio aquel sorprendente diálogo del Catecismo de Astete:
P.-Además del Credo y los Artículos (de la la fe), creéis otras cosas?
R.-Sí, padre; todo lo que está en la Sagrada Escritura y cuanto Dios tiene revelado a su Iglesia.

P.- ¿Qué cosas son éstas?
R.-Eso no me lo preguntéis a mí, que soy ignorante; doctores tiene la Santa Madre Iglesia que lo sabrán responder.

P.-Bien decís: que a los doctores conviene, y no a vosotros, dar cuenta por extenso de las cosas de la fe: a vosotros bástaos dar la de los Artículos, como se contienen en el Credo."

Eso es lo que Fray Luis de Granada -en un libro que en la España de 1560 "las niñas del cántaro lo traían bajo el brazo y las fruteras y verduleras lo leían cuando vendían y pesaban la fruta" - llamaba irónicamente "creer a bulto y a carga cerrada lo que sostiene la Iglesia".

La Iglesia siempre ha afirmado, y Trento lo proclamó solemnemente, que "la fe es el principio de la salvación humana, el fundamento y raíz de toda justificación", Pero pretender que una fe que ni siquiera sabe lo que cree pueda salvarme, ronda la magia.

Difícilmente podrá atribuirse alguna eficacia histórica a una fe tal. Nosotros pensamos que la "fe del carbonero" sólo es buena para el "carbonero", o sea, para aquel que no puede tener otra. Afortunadamente siempre hubo en la Iglesia una "fides quaerens intellectum", una fe que busca entender. Santo Tomás de Aquino escribió:

"Si resolvemos los problemas de la fe sólo por el camino de la autoridad, poseeremos ciertamente la verdad, pero en una cabeza vacía."

La fe libera, las creencias atan
Pensamos que la distinción hecha aquí entre fe y creencias puede iluminar a muchos hombres que quizá hasta hoy se han creído heterodoxos e incluso llegaron a dudar de su fe. Hombres, por ejemplo, como Unamuno que en su "diario íntimo" escribió:

"Perdí mi fe pensando en los dogmas, en los misterios en cuanto dogmas; la recobro meditando en los misterios; en los dogmas en cuanto misterios".

Este tipo de personas tienen derecho a ocupar un puesto dentro de la Iglesia. Y los demás cristianos, los que no tienen dudas (¿existirá alguno?), tienen obligación de reconocerles como tales. También la distinción entre fe y creencias tiene una importancia muy grande para el ecumenismo. Puesto que la Iglesia es una comunidad de fe, y no de doctrina, no existe fundamento suficiente para que la diversidad de opiniones sobre las cuestiones doctrinales haga imposible la unidad en la fe y en el Espíritu. El talante dogmático es el culpable de la mayoría de las rupturas de la historia cristiana.
GONZÁLEZ-CARVAJAL, Luis, Esta es nuestra Fe. TEología para universitarios.

Lectura de la Sesión 1 (de 7 al 11 de Enero)

¿Qué significa “creer”?

Admitido: los enunciados de la fe no tienen el mismo carácter que las leyes matemáticas o físicas. Su contenido no puede ser demostrado, ni como en las matemáticas ni como en la física, por evidencia directa o por el experimento ad oculos. Pero la realidad de Dios tampoco sería la realidad de Dios si fuese tan visible, aprehensible, comprobable em­píricamente, si fuese verificable experimentalmente o deducible matemática y lógicamente. “Un Dios que existe no existe”, dijo una vez con razón el teólogo evangélico y miembro de la Resistencia Die­trich Bonhoeffer. Pues Dios -entendido en lo más profundo y últi­mo- no puede ser nunca simple objeto, cosa. Si lo fuese, no sería Dios. Dios sería entonces el ídolo de los hombres. Dios sería un exis­tente entre existentes, y el hombre podría disponer de él, aunque sólo fuese intelectualmente.

Dios es por definición el in-definible, el i-limitable: una realidad li­teralmente invisible, inconmensurable, inaprehensible, infinita. Es más: Dios no es una dimensión de nuestra realidad pluridimensional sino que es la dimensión “infinito”, recónditamente presente en todos nuestros cálculos diarios, aunque no la percibamos..., excepto en el cálculo infinitesimal que, como es sabido, forma parte de las mate­máticas superiores.

La dimensión “infinito”, no sólo matemática, sino también real, ese campo de lo inaprehensible e inconcebible, esa invisible e incon­mensurable realidad de Dios, no es racionalmente demostrable, por más que lo hayan intentado los teólogos y a veces también los cientí­ficos, contrariamente a la Biblia hebrea, contrariamente al Nuevo Testamento y contrariamente al Corán, libros todos ellos en los que la existencia de Dios no se demuestra nunca de modo argumentativo. Desde una perspectiva filosófica, Immanuel Kant tiene razón: nuestra razón pura, teórica, no llega tan lejos. Ligada al espacio y al tiempo no puede demostrar lo que está fuera del horizonte de nuestra expe­riencia espacio-temporal: ni que Dios existe ni -y esto suelen pasar­ lo por alto los ateos- que Dios no existe. Tampoco ha aportado nadie hasta ahora una prueba convincente de la no-existencia de Dios. Indemostrable no es sólo la existencia de Dios, sino también la existencia de la nada.

Por eso rige lo siguiente: nadie está obligado racional-filosófica­mente a suponer la existencia de Dios. Quien quiera suponer la exis­tencia de una realidad meta-empírica “Dios”, no puede hacer otra cosa que aceptarla sin más, prácticamente. Para Kant, la existencia de Dios es un postulado de la razón práctica. Yo prefiero hablar de un acto del hombre entero, del hombre dotado de razón (Descartes) y de corazón (Pascal), más exactamente: de un acto de confianza razonable que, si no tiene pruebas rigurosas, sí dispone de buenas razones; del mismo modo que esa persona que, tras ciertas vacilaciones, acepta con amor a otra persona, sin tener, en rigor, pruebas estrictas de esa con­fianza suya, pero sí -salvo en los casos de un fatídico “amor cie­go”- buenas razones. Mas la fe ciega puede tener consecuencias tan desastrosas como el amor ciego.

La fe del hombre en Dios no es, por tanto, ni una demostración racional ni un sentir irracional ni un acto de decisión de la voluntad, sino una confianza fundada y" en ese sentido, razonable. Ese confiar razonadamente, que no excluye el pensar, preguntar y dudar y que concierne a un mismo tiempo al entendimiento, a la voluntad y al sen­timiento, es lo que se llama, en sentido bíblico, “creen>. No una sim­ple aceptación de la verdad de ciertas proposiciones, sino un com­promiso del hombre, del hombre entero, primariamente no con esas proposiciones sino con la realidad misma de Dios. Es la distinción que ya hizo el gran Doctor de la Iglesia latina Agustín de Hipona: no sólo un “creer algo” (aliquid credere), ni sólo un “creer a alguien” (crede­re alicui), sino “creer en alguien” (credere in aliquem). Es eso lo que significa la palabra “credo”: “creo”,
- no en la Biblia (digo esto contra el biblicismo protestante), sino en aquel de quien da testimonio la Biblia;
- no en la tradición (digo esto contra el tradicionalismo ortodo­xo orienta!), sino en aquel que es transmitido por la tradición;
- no en la Iglesia (digo esto contra el autoritarismo católico-ro­mano), sino en aquel que es objeto de la predicación de la Iglesia;
- o sea, y ésta es nuestra confesión ecuménica: credo in Deum: creo en Dios.

Ni el símbolo de la fe es tampoco la fe misma sino sólo expresión, formulación, articulación de la fe; por eso se habla de “artículos de la fe”. Y sin embargo el hombre contemporáneo me preguntará: “Quien sigue creyendo hoy en Dios ¿no invalida el espíritu de la Ilustración? ¿No vuelve a caer, lo quiera o no, en la Edad Media o, por lo menos, en la época de la Reforma? ¿No se olvida, no se reprime así toda la crítica de la religión que ha llevado a cabo la modernidad?

Credo, Hans Küng, Editorial Trotta, Valladolid, 1994
Extracto del capítulo 1.

Complemento:

Símbolo de los Apóstoles:
Llamado así porque resume fielmente la fe de los Apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma, la que formó Pedro. De la verdad de estas creencias dio testimonio con su vida San Estaban, el primer martir (el verbo griego martureo significaba ser testigo, dar fe). Después Santiago, el hermano de Juan. Después y ya en Roma, Pedro mismo, y Pablo, y muchísimos más.

Creo en Dios,
Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Y en Jesucristo,
su único Hijo,
nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado,
muerto
y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.

Símbolo de Nicea - Constantinopla (niceo constantinopolitano)
Se le llama así porque es una fusión de los credos redactados en el Concilio de Nicea (325) y en el Concilio de Constantinopla (381). Estos concilios defendieron la verdadera naturaleza de Jesús frente a dos herejías: el Arrianismo negaba la naturaleza divina de Cristo, y el Monofisismo su naturaleza humana. Apoyándose en la tradición que les había llegado desde los Apóstoles, los concilios condenaron ambas herejías y declararon que Jesús era ciertamente verdadero Dios y verdadero hombre. El Catecismo nos explica (Nos. 245-7) que la afirmación de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (en el texto latino: Filioque) no figuraba en en el símbolo confesado el año 381 en Constantinopla. Pero sobre la base de una antigua tradición latina y alejandrina, el Papa San León la había confesado dogmáticamente el 447, antes incluso que Roma conociese y recibiese el símbolo de 381, en el Concilio de Calcedonia del año 451. El uso de esta fórmula en el credo fue poco a poco admitido en la liturgia latina. Sin embargo, todavía hoy, es un motivo de no convergencia con las Iglesias ortodoxas.

Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, La Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día,
según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su Reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración
y gloria,
y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén