martes, 27 de mayo de 2008

El Pecado

Pecado Original, personal y estructural


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martes, 20 de mayo de 2008

El sentido del pecado en la sociedad actual

Desde filósofos hasta la gente que camina en la calle han influido en que nuestra sociedad tenga una percepción sobre qué es el pecado

El sentido del pecado en la sociedad actual
La civilización dominante ha intentado negar el pecado en todas sus dimensiones y suprimir el sentido de /a muerte. Sin embargo, no ha conseguido evitar /a angustia del hombre que se advierte limitado y no encuentra en la sociedad los medios suficientes para salir de esta situación. El profesor Cofta, profesor ordinario de Filosofía del Derecho en /a Universidad de Roma, analiza /as raíces filosóficas que están en /a base de /a pérdida del sentido del pecado en /a sociedad contemporánea.

1. Los filósofos de la inocencia
La cultura moderna, en sus aspectos más visibles y ostentosos, denuncia una voluntad decidida de anular el sentido del pecado. (Que esa imposición se haga precisamente para oscurecer una angustiosa presencia del pecado, es otra cuestión.) Por ello, el filósofo cristiano, sin necesidad de convertirse en teólogo, puede preguntarse cuáles son el significado y las consecuencias de este vacio.

La antropología cristiana reconoce que el hombre está en una situación de pecado. Es interesante notar cómo dos grandes filósofos cristianos, Pascal y Kierkegaard, han insistido en este punto. Según Pascal, el pecado original es un misterio, pero sin él no se puede comprender nada de la historia humana y del hombre en general. Sin este misterio, todo es misterioso, no se comprende nada del hombre. Igualmente, Kierkegaard insiste en que el pecado original es esencial para la comprensión total del hombre y, por tanto, de la presencia continua del pecado.Pecado contra civilización

La cultura moderna está convencida exactamente de lo contrario: piensa que el misterio que ilumina —por seguir la idea de Pascal—el misterio de la vida es sólo un mito que impide el conocimiento de la realidad; es la mayor tiniebla que oculta las luces de la civilización. Aquí resulta oportuno recordar una frase de Lutero, que cito de memoria: la expresión más profunda del pecado está en no reconocernos pecadores.

Precisamente la cultura moderna que quiere anular el sentido del pecado, ha advertido y afrontado el problema a través de sus grandes filósofos, es decir, ha observado que la idea del pecado era el escollo que se debía eliminar, la piedra que cerraba el paso a un cierto tipo de concepción del hombre. Y lo ha afrontado de un modo a veces directo y explícito, y otras, en cambio, indirecto.

Dos de los más grandes filósofos que nos ha dado la cultura contemporánea lo han afrontado explícitamente: Rousseau y Hegel. Otros dos filósofos, por lo menos, que nos interesan aquí para dibujar el mapa de las más típicas negaciones del pecado, se han planteado el problema de modo más implícito: Saint-Simon y Marx.

Rousseau: La inocencia original
Rousseau y Hegel constituyen casos verdaderamente únicos, porque son filósofos que han secularizado la teología. En Rousseau toda la aventura humana está representada en los mismos términos que en la Escritura: desde el estado de inocencia original hasta la caida y la redención. Pero este ritmo triádico de inocencia, caida y redención se resuelve en términos puramente humanos. El pecado es rechazado, porque al principio el hombre era absolutamente inocente (se podría decir: Rousseau o la inocencia original, en vez del pecado original). Pero el ginebrino afirma también la involuntariedad de la caida, que es quizá la negación más absoluta del pecado.En el principio sitúa un hombre absolutamente inocente, que vive en armonia con la naturaleza, pero que sale de ella por un suceso misterioso que no les es imputable. Apartado sin culpa de la originaría condición de felicidad perfecta, de quietud, de absoluta tranqulidad, el hombre «cae». ¿De quién es la culpa? Rousseau es categórico: de la sociedad; la entrada en ella es el equivalente de la caida de Adán. Entrar en la sociedad significa hacer triunfar lo exterior sobre lo interior, la apariencia sobre el ser, la lucha sobre la tranquilidad. ¿Cómo se sale de esta condición de decencia en la que cada uno trata de aprovecharse del otro y de dominar a los demás? La solución es doble: en un primer momento, para Rousseau se sale de la caida en lo social mediante la constitución de una «sociedad perfecta», en la que el individuo se consagra plenamente al "todo» social, renunciando por completo a su individualidad que ha sido corrompida en el proceso social anterior.
Esta primera solución roussoniana, la más conocida, hace de la sociedad politica el todo perfecto y perfeccionado. La segunda solución es la última en la aventura existencial de Rousseau. Advirtiendo el fracaso de sus ideas, propuso indirectamente, y con el ejemplo de su vida, el retorno del individuo a la naturaleza y a la soledad en ella.
Por tanto, el pecado no es nunca del individuo (porque el individuo era originalmente bueno), sino que deriva de la relación social: la sociedad es culpable, y sólo la sociedad perfecta puede redimir. Y si ésta no lo consigue, la naturaleza.

Hegel: El estado salva
La solución de Hegel es distinta. Podría definirse como una solución realista, porque para Hegel el pecado original señala el nacimiento del hombre. No es una caida, sino el despertar, la toma de conciencia del hecho de ser hombre y, por tanto, la renuncia a la ilusión de ser Dios. El pecado original es el primer signo de lo más típico del hombre: la actividad, el hacer. Pero también para Hegel hay una caida, cuando el individuo advierte la ruptura entre su propia conciencia, portadora de universalidad, y el empirismo de la realidad y de los demás. Para superar esta escisión, el individuo se reabsorbe en la sociedad politica, en el Estado: encontraba así en la sociedad su dimensión real de ser limitado, y se complementará en un todo humano, social, que le dará su perfección histórica.
También en el caso de Hegel el individuo, al principio, carece de culpa, pero no se basta a si mismo, y para salir verdaderamente de su condición limitada debe ser absorbido en la sociedad ético-politica: el Estado.

Saint-Simon: Dominar la naturaleza
Para Saint-Simon, pensador de Ios origenes del positivismo, el mal consiste en el poder del hombre sobre el hombre, que es la consecuencia de un hecho externo: la escasez o la ausencia de bienes que obliga a los hombres a luchar entre ellos. Este mal desaparecerá cuando, a través de la organización científica de la sociedad, el hombre —en vez de tratar de dominar a los demás hombres— se dedique a dominar la naturaleza. Aquí se abre otra dimensión, desconocida hasta entonces por el pensamiento moderno: la regeneración del hombre mediante el dominio social de la naturaleza.
Una vez más, no es el individuo en si mismo la fuente del mal, sino que ésta es algo externo; no es ya la sociedad corrompida de Rousseau o la conciencia dividida entre individualidad y sociabilidad de Hegel, sino el ambiente exterior, la condición de vida en la que se encuentra el hombre: la pobreza.

Marx: La propiedad corrompe
Tampoco para Marx el individuo es en si mismo pecador o cuipable; quien puede hacer el mal o decide hacerlo es la organización social. Un cierto tipo de organización —la que se funda sobre la propiedad privada de los medios de producción— hace presente al mal entre los hombres y les obliga a cometerlo. La revolución, el cambio de la relación de producción, llevará a una sociedad perfecta y, por tanto, a la liberación total del hombre.

¿Qué estudiar para el Semestral?

Primero: no te pongas a pensar que es mucho que estudiar...el contenido que viene en el examen es lo que está contenido en los dos exámenes bimestrales. A eso incluye la presentación de los tipos de pecado.

En el examen hay opción múltiple, paréntesis, completar enunciados (con banco de datos), pregntas abiertas y cuadros sinópticos.

No he borrado ninguna de las lecturas que vimos en la clase...sólo falta la lectura del origen del mal de los 4 filósofos, así como la idea de pecado de Lutero, Pascal y Kierkeegard.

Tengo los exámenes de los grupos del jueves y del viernes (más otros que no recogieron).

Tengo además, la tabla de resumen del origen del mal y los 4 filósofos

HOY martes estaré en el Salón Kino (arriba de la dirección de bachillerato) a la 4:40 para entregarlos.

Estudiar de los exámenes bimestrales te va a servir mucho, es el mismo contenido pgreguntado (a veces) de diferente manera.

Si puedes estudiar con presonas de diferentes grupos de FIH te ayudará más, pues los exámenes (aunque tienen el mismo contenido) tienen diferentes preguntas.

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Pecado Original, personal y estructural


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sábado, 19 de abril de 2008

Pruebas de la existencia de Dios (para el examen bimestral)

Tres ciases de pruebas
Los mejores razonamientos sobre Dios y su existencia no se han iniciado porque los hombres se propusieran intencionalmente ese tema como un problema que había que resolver. Dios es una realidad sobre la que los hombres han tenido que reflexionar también cuando han intentado solucionar otros interrogantes y dar respuesta a otros problemas.

Lo cierto es que algunas de esas personas eran creyentes y en sus planteamientos racionales usaban también la certeza de la fe como un dato más de su existencia para responder a los problemas que tenían planteados.

Simplificando mucho las cosas, se puede decir que, desde Platón, a los filósofos les han preocupado tres grandes temas:
1. El mundo, las cosas, la realidad.
2. Las ideas, el pensamiento, el saber que consigue el entendimiento.
3. El hombre, su origen, su funcionamiento, su fin.

Los filósofos han puesto más interés en alguno de estos tres capítulos según las épocas; de ahí que conozcamos diversos razonamientos sobre la existencia de Dios que podemos clasificar de una forma general en tres grupos.

1. Pruebas físicas centradas en el modo de ver el mundo.
2. Pruebas metafísicas u ontológicas: han surgido del modo de entender lo que es el pensamiento, las ideas.
3. Pruebas morales: basadas en el ser y hacer del hombre.

1) Del mundo a Dios. Pruebas físicas.

A) El argumento cosmológico
El argumento cosmológico es un razonamiento para demostrar la existencia de Dios que se inicia respondiendo a los interrogantes que suscita el mundo para concluir en la «necesidad» de la existencia de Dios.

¿Quién ha hecho el mundo? No se ha hecho sólo y somos nosotras los que lo hemos hecho, ya que formamos parte de él. Así pues, es otro, otro mucho más poderoso que nosotros, alguien que no ha tenido que ser hecho él mismo, para que no haga falta presentar sobre él la misma pregunta. (DELANGLADE, L., Del hombre a Dios. ELR. Barcelona, 1964, pág. 41.)

También se puede razonar de un modo más abstracto, como el siguiente: La prueba de Dios causa del mundo, considerada en sí misma, se encierra en algunas palabras... Compuesto de seres perecederos a quienes la existencia no les es debida por razón de su naturaleza, el mundo no lleva en sí la explicación de sí mismo. Pide la intervención de un ser soberano que no tenga, El, sino que mostrarse para explicar su ser, y que lo comunique a todo lo que es. A este ser soberano le llamamos Dios. (SERTILLANGES, A. D., Les sources de la croyance en Dieu, 8a. Ed. Ferrin, 1916, pág. 64.)

B) Las vías o pruebas de santo Tomás
Son sin duda los argumentos más difundidos y más estudiados sobre la demostración de la existencia de Dios. Son las llamadas cinco vías o cinco razonamientos.

Los cuatro primeros están basados en el principio de causalidad y en la contingencia:

1 Vía. En los seres hay transformación, cambio, movimiento. Todo ser que se mueve es movido por otro. Ha de haber un movedor que no sea movido por nadie: un motor inmóvil.

2 Vía. No hallamos en el mundo ningún ser que se haya dado la existencia a sí mismo, que sea su propia causa. Todo efecto tiene una causa. Ha de haber una causa no causada, una causa primera.

3 Vía. Hay seres que comienzan a existir y otros que dejan de existir. El ser contingente no tiene en sí mismo la razón de su existencia. Ha de haber un ser que siempre haya sido y que no pueda dejar de ser, un Ser Necesario.

4 Vía. Descubrimos que existen diferentes grados de perfección en los seres. Cualquier perfecciónnos indica que puede haber otra de mayor rango. Ha de haber una perfección suprema y absoluta que sea la causa de toda perfección. un Ser Supremo.

5 Vía. Vemos que hay cosas que carecen de conocimiento, pero se dirigen a un fin, tienen una finalidad.
Los seres contingentes no tienen en sí mismos la razón de su existencia. El mundo no está fundamentado en el azar. Ha de haber alguien cuya inteligencia oriente lo existente hacia un fin, un Ser Inteligente.

C) Valoración crítica.
Estas vías no son demostraciones evidentes, pero son razonamientos hechos de acuerdo con nuestra razón y muestran que es razonable creer en Dios.

Santo Tomás no descubre la fe con estos razonamientos; él era creyente ya antes de iniciarlos, pero consigue mostrar que su fe no es irracional.

Ciertamente que estos razonamientos tienen limitaciones, entre otras usar el lenguaje y la filóofía piatóiico-aristotélica, necesitadas de un acomodo a nuestra mentalidad actual. También en la argumentación se da un salto cuando santo Tomás afirma que el motor inmóvil, la causa primera, etc., es Dios. No queda claramente demostrado que esas cualidades trascendentales no pueden aplicarse a la misma materia. Si es razonable, aunque mevidente, concebir la existencia de un ser eterno, sin causa e inteligente, no se ve por qué no es posible concebir un universo eterno, sin causa e inteligente.
«Si todo tiene que tener alguna causa, entonces Dios debe tener causa. Si puede haber algo sin causa, igual puede ser el mundo que Dios.» (RUSSEL, B., Por qué no soy cristiano.)

Para santo Tomás la argumentación era concluyente porque sobre la búsqueda filosófica proyectaba la certeza de la fe cristiana.

La tercera vía es la más importante, pues en ella convergen de alguna manera las otras, incluida la quinta de la cual afirmó Kant: es una demostración que siempre merece ser mencionada con respeto. Es la más antigua, la más clara y la que más se adapta a la razón humana común: no hay reloj sin relojero, ni cielo sin creador. Las vías de santo Tomás nos aportan una gran verdad, pues nos dicen que los seres contingentes no tienen en sí mismos la razón de su existencia, sino en otro que la tenga por sí mismo. Este otro, si queremos seguir siendo coherentes, únicamente puede ser Dios.

Este modo de hablar de Dios es muy distinto del modo de presentarlo que usa la revelación, La revelación nos presenta una r imagen de Dios más rica porque nos lo descubre como una persona y no como una causa primera o un motor inmóvil, pero los dos lenguajes hablan del mismo Dios a quien accedemos por distintos caminos.

2) Del espíritu a Dios. Pruebas metafísicas

A) El argumento ontológico
Este argumento prueba la existencia .de Dios por la definición del Ser perfecto.

«Toda la fuerza del argumento que empleo aquí consiste en que re conozco que no sería posible que mi naturaleza fuera tal como es, es decir, que tuviera en mí la idea de un Dios, si Dios izo existiera verdaderamente.» (DESCARTES, Oeuvres et lettres, pág. 191.)

Este mismo argumento lo razona san Agustín de esta manera: Nosotros descubrimos en nuestro pensamiento unas verdades eternas e inmutables. Esas verdades no pueden tener su fundamento ni en la experiencia, que es mutable, ni en nosotros mismos, puesto que las descubrimos como ya existentes. Luego deben tener un fundamento superior. Las verdades eternas se fundan en Dios como la única verdad eterna.

B) El argumento ontológico de san Anselmo
El más célebre de este tipo de argumentos es el de san Anselmo. conocido también como prueba ontológica. Es un comentario al salmo 13 que comienza así: «Dice el necio en su corazón: no hay Dios.»

Se pregunta san Anselmo: ¿por qué llama «necio» la Escritura al que dice que no hay Dios? Y se responde: porque al mismo tiempo que está diciendo que «no hay Dios» lo está admitiendo: lo está afirmando como existente, ya que la idea de Dios incluye su existencia. Por eso es «necio».

El esquema del argumento es el siguiente: aquello mayor que lo cual nada puede ser pensado, no puede existir en el solo entendimiento, puede pensarse que exista también en la realidad, lo cual ya es mayor.

Por tanto, si aquello mayor que lo cual nada puede pensarse existiese sólo en el entendimiento, se podría pensar algo mayor que aquello que es tal que no puede pensarse nada mayor.
Luego existe sin duda, en el entendimiento y en la realidad, algo mayor que lo cual nada puede ser pensado... Y esto eres tú, ¡oh Dios, Señor mío!

C) Valoración crítica
Santo Tomás veía en el argumento de san Anselmo un salto ilegítimo de lo racional (lo que se piensa) a lo real (lo que es en sí).
Tampoco aceptaron como válido este argumento Locke, Hume y Kant. En cambio, otros grandes filósofos, como Duns Escoto, Descartes y Hegel, lo han aceptado en su núcleo fundamental.

3) DeI hombre a Dios. Pruebas morales.

A) El argumento moral

Según Kant, la prueba de la existencia de Dios se encuentra en el interior del hombre, en sus aspiraciones íntimas, en los deseos de su conciencia.
El hombre siente dentro de sí una voz interior que le impone un deber que ha de cumplir, una obligación que se le impone con autoridad: es la voz del deber, de la ley moral. Kant la llama imperativo categórico.
El imperativo categórico impone al hombre la obligación de hacer el bien. Pero no un bien cualquiera, sino el mayor bien, el sumo bien.
En la consecución del sumo bien hay que distinguir el bien en sí o virtud y la satisfacción personal que proporciona el practicar el bien o felicidad.
La virtud o la felicidad no siempre se consiguen al mismo tiempo y no está en manos del hombre conseguir con sus propias fuerzas que la plena felicidad coincida con la plena moralidad.

B) Valoración crítica
Según este razonamiento, la existencia de Dios es un postulado de la razón práctica. Su valor es subjetivo, ya que parte de una determinada interpretación de la conciencia personal. Pero para Kant es la condición absolutamente necesaria de la posibilidad de todo el orden moral, cuyo valor se impohe de forma inmediata.

C) El amor originario
El hombre siente dentro de sí la llamada a un amor universal a pesar de que también es egoísta.
¿Es posible que el hombre pueda amar a todos o no es factible no dar satisfacción a esa tendencia al amor universal?
Varios humanistas responden que el hombre consigue realizar su tendencia al amor universal cuando vive la solidaridad con todos.

Aunque todos experimentamos el amor como tendencia a la unidad, en la solidaridad el «otro» no pierde su carácter de «otro: por tanto, no se realiza la unidad que exige el amor; luego aquello que nos unifica ha de ser una realidad de un nivel distinto de aquella por la que somos «otro». La individualidad no puede unificarnos, pues cada uno se queda con la suya.

Aquello que nos unifica debe ser de todos (exterior), y de cada uno (interior). Pero lo único que será capaz de atraer hacia la unidad a cada persona, ha de estar en el interior de la persona misma. Y para romper el egocentrismo y realizar la unidad con los demás, solamente se podrá conseguir mediante una realidad que sea al mismo tiempo interior a mi propia persona y exterior a ella, de modo que pueda legar a los otros y ser también de ellos. Esto se consigue mediante el amor universal; pero para que nuestra tendencia al amor universal pueda realizarse, debe existir un Amor Originario que sea el fundamento de mi ser como ser-para-el-amor.
Este Amor Originario es Dios. San Agustín expresaba esta misma idea cuando decía: Tú eres más íntimo que mi intimidad, al mismo tiempo que superior a lo supremo de mí. Éste es el punto de partida para el argumento más hondo sobre una afirmación de Dios por el hombre, el argumento también más conforme con el espíritu del cristiano.
(GÓMEZ CAFFARENA, J., La audacia de creer, pág. 87.)

jueves, 17 de abril de 2008

Sobre la Confirmación

Con la finalidad de que la familia se vaya organizando, les comunicamos los requisitos para recibir el Sacramento de la Confirmación:

a) Asistir a las preparaciones
Alumnos

Martes 29 de abril; 11:30 AM., Salón de Actos.
Miércoles 30 de abril; 11:30 AM Salón de Actos.

Papás y Padrinos:
Miércoles 7 de mayo, 8:00 PM., Salón de Actos.

Alumnos y padrinos
Miércoles 7 de mayo 8:45 PM., Salón de Actos.

b) Cuota: $120 (arreglo, gastos de oficina parroquial y donativo). El pago y la entrega de documentación se realiza en la Administración con la Srita. Norma Martínez.

c) Documentos del Alumno:
Acta original de Bautismo y una copia.
Copia de la constancia de la 1ª Comunión o en su defecto, copia de una fotografía que la avale

d) Documentos del Padrino (que haya recibido el Sacramento de la Confirmación)
Copia de la Credencial de Elector (IFE)

La Celebración del Sacramento de la Confirmación será presidida por el Excmo. Sr. Obispo Dn. José Luis Diblidox Martínez, el sábado 17 de Mayo a las 12:00 hrs. en el Salón de Actos.
La fecha límite para el pago y la entrega de Documentos es el día jueves 8 de mayo. Para aclaraciones y dudas, pueden comunicarse con Manuel de J. Durón Olloqui al teléfono 2 13 35 20 Extensión 1124.

viernes, 11 de abril de 2008

¿Qué estudiar para el bimestral?

¿Qué significa creer?
a) Pruebas de la existencia de Dios (físicas, metafísicas, ontológicas y morales)
b) Ateísmo
c) Gnosticismo
d) Esoterismo
e) Movimientos Religiosos derivados del Cristianismo
f) Movimientos Religiosos derivados del Esoterismo
g) Movimientos Religiosos derivados de la religiosidad de Oriente.

¿Quién es un cristiano? (Luis González Carvajal)
Contenido de la lectura (lectura publicada en la página el 25 de febrero)

¿Para qué estamos en el mundo? (Hans Küng)
Contenido de la lectura (lectura publicada en la página el 13 de marzo)

¿Por qué hay maldad en mí y en el mundo?
Visiones del mal en el mundo (explicaciones filosóficas: Pascal, Kierkegaard, Lutero, Rousseau, Hegel Saint – Simon y Marx.

martes, 8 de abril de 2008

Para la clase del 14 al 17 de abril

Instrucciones:
Lee el apartado que te tocó y llévalo a la clase preparado (destaca ideas principales, cuestionamientos, dudad). Al final del mensaje aparecen la distribución de autore por alumno.
1) La clase tendrá cinco momentos
Exposición del maestro:
2) Primera parte del trabajo: todos los alumnos/as que tienen el mismo autor se reunirán para aclarar dudas y copartir ideas.
3) Segunda parte: trabajo en equipos, en cada equipo habrá un alumno/a que haya estudiado cada autor. La mayoría de los equipos serán de cuatro alumnos, en algunos grupos habrá dos o tres equipos de 5 alumnos/as. Cada alumnos realizará un trabajo personale que se dará a conocer en el momento de la clase. El trabajo se revisará ahí mismo.
4) Tercera parte: conclusiones generales.

Autores:
Rousseau: La inocencia original.
Rousseau y Hegel constituyen casos verdaderamente únicos, porque son filósofos que han secularizado la teología. En Rousseau toda la aventura humana está representada en los mismos términos que en la Escritura: desde el estado de inocencia original hasta la caída y la redención. Pero este ritmo triádico de inocencia, caída y redención se resuelve en términos puramente humanos. El pecado es rechazado, porque al principio el hombre era absolutamente inocente (se podría decir: Rousseau o la inocencia original, en vez del pecado original). Pero el ginebrino afirma también la involuntariedad de la caída, que es quizá la negación más absoluta del pecado.
En el principio sitúa un hombre absolutamente inocente, que vive en armonía con la naturaleza, pero que sale de ella por un suceso misterioso que no les es imputable. Apartado sin culpa de la originaría condición de felicidad perfecta, de quietud, de absoluta tranquilidad, el hombre «cae». ¿De quién es la culpa? Rousseau es categórico: de la sociedad; la entrada en ella es el equivalente de la caída de Adán. Entrar en la sociedad significa hacer triunfar lo exterior sobre lo interior, la apariencia sobre el ser, la lucha sobre la tranquilidad. ¿Cómo se sale de esta condición de decencia en la que cada uno trata de aprovecharse del otro y de dominar a los demás? La solución es doble: en un primer momento, para Rousseau se sale de la caída en lo social mediante la constitución de una «sociedad perfecta», en la que el individuo se consagra plenamente al "todo» social, renunciando por completo a su individualidad que ha sido corrompida en el proceso social anterior.
Esta primera solución roussoniana, la más conocida, hace de la sociedad política el todo perfecto y perfeccionado. La segunda solución es la última en la aventura existencial de Rousseau. Advirtiendo el fracaso de sus ideas, propuso indirectamente, y con el ejemplo de su vida, el retorno del individuo a la naturaleza y a la soledad en ella.
Por tanto, el pecado no es nunca del individuo (porque el individuo era originalmente bueno), sino que deriva de la relación social: la sociedad es culpable, y sólo la sociedad perfecta puede redimir. Y si ésta no lo consigue, la naturaleza.

Hegel: El estado salva.
La solución de Hegel es distinta. Podría definirse como una solución realista, porque para Hegel el pecado original señala el nacimiento del hombre. No es una caída, sino el despertar, la toma de conciencia del hecho de ser hombre y, por tanto, la renuncia a la ilusión de ser Dios. El pecado original es el primer signo de lo más típico del hombre: la actividad, el hacer. Pero también para Hegel hay una caída, cuando el individuo advierte la ruptura entre su propia conciencia, portadora de universalidad, y el empirismo de la realidad y de los demás. Para superar esta escisión, el individuo se reabsorbe en la sociedad política, en el Estado: encontraba así en la sociedad su dimensión real de ser limitado, y se complementará en un todo humano, social, que le dará su perfección histórica.
También en el caso de Hegel el individuo, al principio, carece de culpa, pero no se basta a si mismo, y para salir verdaderamente de su condición limitada debe ser absorbido en la sociedad ético-política: el Estado.

Saint-Simon: Dormir la naturaleza.
Para Saint-Simon, pensador de Ios orígenes del positivismo, el mal consiste en el poder del hombre sobre el hombre, que es la consecuencia de un hecho externo: la escasez o la ausencia de bienes que obliga a los hombres a luchar entre ellos. Este mal desaparecerá cuando, a través de la organización científica de la sociedad, el hombre —en vez de tratar de dominar a los demás hombres— se dedique a dominar la naturaleza. Aquí se abre otra dimensión, desconocida hasta entonces por el pensamiento moderno: la regeneración del hombre mediante el dominio social de la naturaleza.
Una vez más, no es el individuo en si mismo la fuente del mal, sino que ésta es algo externo; no es ya la sociedad corrompida de Rousseau o la conciencia dividida entre individualidad y sociabilidad de Hegel, sino el ambiente exterior, la condición de vida en la que se encuentra el hombre: la pobreza.

Marx: La propiedad corrompe
Tampoco para Marx el individuo es en si mismo pecador o culpable; quien puede hacer el mal o decide hacerlo es la organización social. Un cierto tipo de organización —la que se funda sobre la propiedad privada de los medios de producción— hace presente al mal entre los hombres y les obliga a cometerlo. La revolución, el cambio de la relación de producción, llevará a una sociedad perfecta y, por tanto, a la liberación total del hombre.
En todas estas posturas filosóficas se afirma, directa o indirectamente, que no es el individuo singular quien peca, sino la condición infeliz de cada uno, que debe ser superada, o la organización social que está equivocada. Temáticamente, estas cuatro grandes posturas son las que dominan la cultura moderna directa o indirectamente. Sus huellas pueden encontrarse en los periódicos, si alguien tuviese la paciencia de analizarlos. El hecho es que estas cuatro son las principales directrices del pensamiento y los cuatro sentidos en los que se niega la idea del pecado; dominan toda la cultura (por lo menos la externa) y la llamada «civilización» de nuestro tiempo.
Esquematizando sus planes operativos, pueden dividirse en dos grandes líneas. En la primera, el individuo solo no se basta para salvarse del mal, del pecado, misión que corresponde a la sociedad bien organizada, a la sociedad perfecta o al menos reformable. En la segunda (representada por el Rousseau de la segunda época) el pecado está, en cambio, en la sociedad in se y per se, y es necesario huir de ella.
Son dos soluciones radicales: no hay término medio entre ellas y ninguna admite la presencia de un principio distinto. O el individuo es completamente bueno, y entonces es preciso huir de la sociedad, o el individuo es completamente insuficiente y por tanto necesita recurrir a la sociedad. En ambos casos se indican vías de salvación uniformes que no admiten complejidad dialéctica.

Distribución de alumnos:
6 - 1

Rousseau: Yolanda - Grettel - Blanca - Sara Alicia - Clarissa - Enrique K. - Geralyne - Ana Hellen - Andrés - Miriam

Hegel: María Del Pilar - Odette - Monserrat - Luis Felipe - Lizeth Alejandra - Cynthia Karen - Mariana - Ana Karina - Jeanette - Diana Carolina

Saint – Simon: Rogelio - Ana Graciela - Hilda Lisseth - Mónica Marlenne - Magaly - Adrián Andrés - Luisa -
Rocío Cecilia - Mariela

Marx: Fernando Arturo - Marcela Diana - Guillermo Alejandro - Javier - Ana Rosa - José Carlos -
Martha Eileen - Ricardo Fernando - Martha Alicia

6 – 2
Rousseau: Alfredo - Esteban Eduardo - Fernando - María Fernanda - Raúl Antonio - José Rodrigo - Jesús

Hegel:Laura Patricia - Ramón - Jesús Dario - Ricardo - Rodrigo - Arturo - Ana Patricia

Saint – Simon: Mario Alberto - Leslie - Gerardo - Eglantina - Karen Celeste - Daniel Alejandro - Aldo

Marx: Gabriel Alejandro - Andrés Alejandro - Anna Rosa - Roberto Iván - Ana Karen - Jorge Isaac - Nilse María

6 – 3
Rousseau: Luis José - Lorena - Jorge Ernesto - Blanca Denisse - Luis Ignacio - María Fernanda Núñez - Alessandra - Carmen Adriana - Rafael

Hegel: Andrés De J - Alda - Joyce - Bertha - Ivonne – Mercedes - Antonio - Mónica - Jorge Rafael

Saint – Simon:
Erick - Karen Estefanía - Ruth Gisela - Erick Gerardo - Enrique - María Fernanda Palma - Alejandro - José Gilberto - Marianna

Marx: Michel - Ricardo - Jorge Armando - Andrés - María Susana - Guillermo - Arantza Zu - Diego

6 – 4
Rousseau: Héctor - Sonia Florentina- César David - Brenda Marilu - María Teresa Gorbea - Héctor Manuel - José Luis - Sandra Angélica - Cristina Marcela

Hegel: Violeta Yazmín - Samuel Alfonso - María Lucía - Melissa - Fernando - Melina Patricia - Diego Alonso - Ana Cristina - Ximena Azalia

Saint – Simon: Beatriz Elena - Raúl Alejandro - José Joaquín - Denise - Marian – Alejandra Méndez - Gerardo - Marco Antonio

Marx: Beatriz Camacho - Jaqueline Michelle - Efrén Francisco - María Teresa Glz. - Mayra Alejandra - Alejandra Meza - Luis Aurelio - Juan Luis -

martes, 1 de abril de 2008

Para entregar en la semana del 7 al 11 (según el día de la clase)

Recuerda que el tema que estamos viendo es el Pecado, y el mal es una de las “caras del pecado”.

Siguiendo los requisitos de los trabajos anteriores en cuanto al formato, responde a las siguientes cuestiones (según tu experiencia) integrando las respuestas en un texto (que no quiere decir que debe ser UN solo párrafo) no mayor a las 350 palabras.

a) ¿Cuál es el origen del mal en el mundo? ¿Y en el hombre?

b) ¿Qué alternativas tiene el hombre para vencer el mal?

c) ¿Qué tiene que ver la justicia, la bondad, el amor, la misericordia, la venganza, el odio, la indiferencia con el mal en el mundo?

d) ¿Crees que algún día los hombres se unirán (de verdad) para vencer el mal en cualquiera de sus “modalidades”?

e) ¿Cuál es el "papel" de Dios en este asunto?

El trabajo se envía a mjduron@gmail.com el día de la clase antes de la hora de la clase (valga la redundancia).

jueves, 13 de marzo de 2008

La fotografía de la pesadilla

La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión
Foto ganadora del Premio Pulitzer, de una niña sudanesa rendida por el hambre mientras un buitre espera al acecho, del fotógrafo Kevin Carter.

La imagen de ese buitre acechando a una niña moribunda en África le persiguió en vida. Con ella atrapó el Pulitzer, pero también la maldición de una pregunta: “¿Qué hiciste para ayudarla?”. A Kevin Carter, cronista gráfico de la Sudáfrica del 'apartheid', la presión le empujó al suicidio. Un periodista testigo de aquellos años rememora su figura.


Un hombre blanco perfectamente bien alimentado observa cómo una niña africana se muere de hambre ante la mirada expectante de un buitre. El hombre blanco hace fotos de la escena durante 20 minutos. No es que las primeras no fueran buenas, es que con un poco de colaboración del ave carroñera le salía una de premio, seguro. Niña famélica con nariz en el polvo y buitre al acecho: bien; no todos los días se conseguía una imagen así. Pero lo ideal sería que el buitre se acercara un poco más a la niña y extendiese las alas. El abrazo macabro de la muerte, el buitre Drácula como metáfora de la hambruna africana. ¡Ésa sí que sería una foto! Pero el hombre esperó y esperó, y no pasó nada. El buitre, tieso como si temiera hacer huir a su presa si agitara las alas. Pasados los 20 minutos, el hombre, rendido, se fue.

No se debería de haber desesperado. Una de las fotos se publicó en la portada de The New York Times y acabó ganando un premio Pulitzer. Pero incluso así se desesperó. Y mucho. El hombre blanco era un fotógrafo profesional llamado Kevin Carter. A los dos meses de recibir el premio en Nueva York se suicidó.

Hay dos preguntas. La primera, ¿por qué se suicidó? La segunda, ¿por qué no ayudó a la niña? La respuesta a la primera es relativamente fácil. La respuesta a la segunda es más interesante. Remontemos.

Kevin Carter nació en Sudáfrica en 1960, dos años antes de que Nelson Mandela empezara su condena de 27 años de cárcel. Al llegar a la adolescencia empezó a entender que ser blanco en Sudáfrica significaba ser una de las personas más privilegiadas de la Tierra y, al mismo tiempo, cómplice de una atroz injusticia. Cumplidos los 24 años, Carter descubrió que el periodismo era el terreno donde libraría su guerra particular contra el apartheid.

Comenzó su carrera en 1984, cuando las poblaciones negras en las periferias de las grandes ciudades -como Soweto, que estaba al lado de Johanesburgo- se convirtieron en campos de batalla. Jóvenes militantes negros, cuya única fuerza residía en su ventaja numérica, lanzaban piedras a los policías y a los soldados, que respondían con gases lacrimógenos, balas de goma o balas de verdad. Cientos murieron, miles fueron encarcelados. Soweto ardía, y allá, casi permanentemente instalado, estaba Carter, fotógrafo novato de The Johannesburg Star, expiando su culpa.

La gran ironía de la historia reciente de Sudáfrica es que cuando salió Mandela de la cárcel en 1990, cuando empezó el proceso de paz que condujo cuatro años después a la democracia, se desató una violencia mucho mayor. Durante casi la totalidad de aquellos cuatro años, Soweto y otra media docena de poblaciones negras en los alrededores de Johanesburgo vivieron una anarquía asesina demencial, nutrida por opositores al proyecto democrático, en la que murieron unos 12.000. Allí, una vez más, estaba Carter. Todos los días. Se presentaba temprano por la mañana a los campos de la muerte, como se presentan los oficinistas a sus lugares de trabajo.

Yo también me presentaba allí, pero con menos frecuencia y más tarde. Siempre que llegaba a estos lugares, en pleno tiroteo o minutos después de una masacre, ahí veía a Kevin Carter, sudado, polvoriento, bolso sobre el hombro, cámara en mano. A él y a sus tres amigos fotógrafos, Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y João Silva. Les llamaban a los cuatro “el Bang Bang Club”. Hacían fotos espeluznantes y se exponían a peligros extraordinarios. Yo había llegado a Sudáfrica en 1989 tras seis años cubriendo las guerras de Centroamérica. Vi pronto que daba mucho más miedo estar en 1992 en un lugar como Tokoza o Katlehong, a escasos kilómetros de Johanesburgo, que en 1986 en los frentes del oriente de El Salvador o el norte de Nicaragua. Porque en los lugares donde los negros, animados por los blancos, se masacraban podía pasar cualquier cosa en cualquier momento y en cualquier lugar. Con un Kaláshnikov, una lanza, un machete o una pistola. Ahí trabajaba Carter. Ahí se pasaba desde las cinco de la madrugada hasta el mediodía haciendo fotos de gente matando y de gente muriendo.

Para poder hacer ese trabajo es necesario blindarse, armarse de una coraza emocional. No se puede responder a lo que uno ve como un ser humano normal. La cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión. Carter y sus tres camaradas dormían poco, además, y consumían drogas de todo tipo. Pasaban sus días y sus noches en un acelere mental y en un estado de anestesia emocional casi permanentes. Si se hubiesen detenido un instante a reflexionar sobre lo que hacían, si hubiesen permitido que los sentimientos penetraran la epidermis, habrían sido incapaces de hacer su trabajo. El entorno era alocado, pero el trabajo era importante. Si se hubieran quedado en sus casas o se hubieran expuesto a menos peligro, habría habido más muertos, menos presión política para acabar con la violencia. Ésta era la contribución de Carter a la causa de sus compatriotas negros.

En marzo de 1993 se tomó unas vacaciones de Tokoza y Katlehong y se fue a Sudán. Ahí, apenas aterrizar, es donde vio a la niña y el buitre. Respondió con el frío profesionalismo de siempre. No habría podido elegir otra manera de actuar. Estaba programado, anonadado. El único objetivo era hacer la mejor foto posible, la que tuviera más impacto. Ahí empezaba y terminaba su compromiso. La lógica era muy sencilla: si hacía una foto potente, se beneficiaría a sí mismo, pero también ampliaría la sensibilidad de los seres humanos en lugares lejanos y tranquilos, despertando en ellos aquella compasión -precisamente- que en él estaba necesariamente adormecida.

Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.

El problema era que la gente normal, empezando por su propia familia, no lo entendía. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta. “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. Se convirtió en un agobio, una pesadilla. Los únicos que no le hacían la pregunta, porque para ellos no era necesario hacerla, eran los amigos del Bang Bang Club.

En abril de 1994 le llamaron desde Nueva York para decirle que había ganado el Pulitzer. Seis días después, su mejor amigo, Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Tokoza. Toda la emoción reprimida a lo largo de cuatro años salvajes explotó. Carter se quedó destruido. Lloró como nunca y lamentó amargamente que la bala no hubiera sido para él.

El mes siguiente voló a Nueva York, recibió el premio, se emborrachó, incluso más de lo habitual, y volvió a casa. La guerra se había terminado. Mandela era presidente. Sudáfrica tuvo su final feliz, pero la vida de Carter dejó de tener mucho sentido. Quizá en parte porque el peligro de la guerra había sido su droga más potente, la que le había creado mayor adicción. Siguió trabajando, pero, perseguido por la muerte de su amigo y -ahora que se había quitado la coraza- la angustia moral retrospectiva de la escena con la niña sudanesa, se hundió en una profunda depresión. No podía trabajar, o si lo intentaba, caía en errores absurdos. Llegaba tarde a entrevistas, perdía rollos de fotos que ya había hecho. Y tenía problemas en casa: deudas, desamor...

El 27 de julio de 1994, exactamente tres meses después de las primeras elecciones democráticas de la historia de su país, Carter se fue a la orilla de un río donde había jugado cuando era niño, antes de que supiera lo que era el apartheid, el sufrimiento, la injusticia. Y ahí, por fin, dentro de su coche, escuchando música mientras inhalaba monóxido de carbono por un tubo de goma, logró la paz, la anestesia final de la muerte.

Entre el compromiso y el registro
En 1994, el genial fotógrafo documentalista sudanés Kevin Carter ganó el premio Pulitzer de fotoperiodismo con una fotografía tomada en la región de Ayod (una pequeña aldea en Sudan), que recorrió el mundo entero. En la imagen puede verse la figura esquelética de una pequeña niña, totalmente desnutrida, recostándose sobre la tierra, agotada por el hambre, y a punto de morir, mientras que en un segundo plano, la figura negra expectante de un buitre se encuentra acechando y esperando el momento preciso de la muerte de la niña.Al recibir el premio, Carter declaró que aborrecía esa fotografía: “Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla. La odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a laniña”.

Tomado de ElPaís.com

¿Para qué estamos en el mundo?

Fue Calvino quien formuló la pregunta básica: “¿Cuál es el objetivo primordial de la vida humana?”. Y su lapidaria respuesta, en el cate­cismo de Ginebra de 1547, reza: “C'est de cognoistre Dieu”: “Cono­cer a Dios”. Yo mismo, como tantos otros, aprendí de memoria en mi juventud la siguiente respuesta que daba el conocido catecismo cató­lico de ]oseph Deharbe, S.]. (1847) a la pregunta de por qué estamos en este mundo: “Estamos en el mundo para conocer a Dios, amarle, servirle y así llegar al cielo”.

Hoy en día hay tantas personas que no le ven ningún sentido a la vida; hay tanta gente con enfermedades psíquicas, con vacío existen­cial. Y sin embargo, ya sean calvinistas o católicas, tales respuestas no convencen hoy, por su limitación, ni siquiera a quienes tienen con­vicciones religiosas. Lo cual no quiere decir que haya que tirar defi­nitivamente por la borda esas fórmulas tradicionales, sino que habría que completadas desde otra perspectiva, deshaciéndolas y rehacién­dolas de nuevo. ¿Ir al cielo? ¿No tenemos antes que hacer frente a nuestras responsabilidades aquí en la tierra? También los cristianos están convencidos hoy de que el sentido de la vida no es sólo, en abs­tracto, “Dios” o “lo divino”, sino el hombre como tal, lo universal­mente “humano”. No sólo el cielo, como lejana bienaventuranza, sino también la tierra, como bienaventuranza concreta y terrenal. No sólo “conocer a Dios”, “amar a Dios”, “servir a Dios”, sino también realizarse, desarrollarse, amar al prójimo, al cercano y al lejano. Y también habría que incluir en todo ello, evidentemente, el trabajo diario, la vida profesional, y sobre todo, por supuesto, las re­laciones humanas. ¿Y cuántas cosas no habría que añadir si se qui­siera aplicar una perspectiva “holista”, total, de la vida?

Pero, a la inversa, y precisamente desde una perspectiva total, hay que preguntarse si el sentido de la vida, la felicidad, una vida plena, se encuentran solamente en el trabajo, en los bienes materiales, el lucro, el triunfo profesional, el prestigio, el deporte y el placer. El ansia de dominio, el deseo de placer, la obsesión del consumo ¿pueden dar la felicidad a una vida humana, con todas sus tensiones, rupturas, conflictos? No nos llamemos a engaño: el ser humano es algo más, eso lo sabe todo aquel que ha llegado a los límites de todas sus activida­des. Esa persona se ve confrontada entonces con la siguiente pregun­ta: ¿qué soy yo cuando ya no puedo rendir, cuando soy incapaz de realizar ninguna actividad? Debemos, en efecto, estar alerta para que las constricciones[1] de la técnica y la economía, para que los medios de comunicación, que dominan de forma creciente nuestra vida diaria, no nos hagan perder nuestra “alma”, nuestra existencia como sujeto personal y responsable. Debemos estar alerta para no convertimos en puro instinto, en puro placer, en puro poder, en hombres-masa, y tal vez en pura inhumanidad. La meta irrenunciable será conseguir ser auténticamente hombre, auténticamente humano. Auténticamente humano: tal podría ser la descripción elemental, lapidaria, del sentido de la vida que podrían compartir hoy hombres de la más diversa procedencia, nacionalidad, cultura y religión.

¿Y el cristiano? ¿La existencia cristiana no es algo más que la exis­tencia humana? Pero los cristianos no ponen hoy en duda que un cris­tiano haya de ser auténticamente hombre y luchar por un mundo humano, por la libertad, la justicia, la paz y la conservación de la creación. Lo cristiano nunca ha de implicar menoscabo de lo humano. Ser cristiano no es “más” que ser hombre, en sentido cuantitativo; los cristianos no son superhombres. Pero lo cristiano sí puede implicar la ampliación, profundización, arraigamiento, más aún, radicalización de lo humano, al basar esa calidad humana en la fe en Dios y al tener como modelo de vida a Jesucristo.
Visto así, el cristianismo puede ser entendido como un humanis­mo perfectamente radical que, en esta tan contradictoria vida huma­na, en esta sociedad tan conflictiva, no sólo da su asentimiento a todo lo verdadero, bueno, bello y humano, como se decía antes, sino que también abarca inevitablemente valores no menos reales: lo no­-verdadero, no-bueno, no-bello, incluso lo no-humano. El cristiano no puede eliminar todos esos valores negativos (sería una funesta ilusión que, haciendo caso omiso del hombre como tal, implicaría la forzosa obligación de ser feliz), pero sí puede combatidos, conllevados, trans­formados. En resumen, ser cristiano significa practicar un humanismo que consigue asimilar no sólo todo lo positivo sino también todo lo negativo: sufrimiento, culpa, carencia de sentido, muerte, yeso debi­do a una última e inquebrantable confianza en Dios, una confianza que se basa no en los propios méritos, sino en la misericordia divina.

¿No será esto también una ilusión ajena a la realidad? No: esto ya lo vivió quien ha de ser guía de los cristianos, “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6), y que lo vivió con esa fundamental radicalidad de lo humano. Sobre esa base religiosa debe ser posible alcanzar la pro­pia identidad psíquica, liberándonos de la angustia, pero también la solidaridad social, liberándonos de la resignación causada por las servidumbres objetivas. Más aún: con esa fe que confía debería ser po­sible hallar un sentido a la vida incluso allí donde tiene que capitular la razón pura, en vista del sufrimiento absurdo, de la miseria incon­mensurable, de la culpa imperdonable. En otra ocasión he resumido lo esencial del cristianismo en una breve fórmula que desde entonces me ha ayudado a caminar por una vida de penas y alegrías, de éxito y dolor:

Siguiendo a Jesucristo
el hombre puede, en el mundo de hoy,
vivir, obrar, sufrir, morir,
de modo auténticamente humano,
en la dicha y la desdicha, en la vida y en la muerte,
sostenido por Dios y ayudando a los hombres.

El credo también apunta, en último término, a un nuevo sentido de la vida y a una nueva manera de obrar, a un camino alimentado por la esperanza, basado en la fe y consumado en la caridad. Fe, es­peranza, amor: esta fórmula puede resumir, para un cristiano, el sentido de la vida, “pero la mayor de todas es el amor” (1 Cor 13,13).

[1] Del verbo constreñir: Obligar, precisar, compeler por fuerza a alguien a que haga y ejecute algo. Oprimir, reducir, limitar.
Tomado de "Credo", Hans Küng.

lunes, 25 de febrero de 2008

El festín de Babbete

En 1871, durante la guerra Francia - Prusia, Babette pide asilo en el en el alejado hogar de dos hermanas que vieven en un pueblo danés. Después de 14 años de servicio, Babette pide un favor: que le permitan organizar una cena francesa en honor del aniversario de nacimiento del padre (ya difunto) de las hermanas Filippa y Martine.

Trabajo para la semana del 3 al 7 de marzo (se envía a mjduron@gmail.com)

a) Reele el documento de Luis González - Carvajal ¿Quién es un cristiano?

b) Tomando en cuenta las ideas de este texto y de acuerdo a la película, elabora un ensayo que responda las siguientes preguntas:

· ¿Cuál es la situación que plantea la película? ¿Cómo se desarrolla? ¿Qué símbolos usa?
· ¿Cómo viven o enfrentan esta situación los presonajes?
· ¿Qué soluciones plantea la película a la situación ?
· ¿Cómo se realiza el desenlace en el final de la película? ¿Qué cosas no toca o deja sin resolver?

Requisitos del trabajo:
a) de Formato: Datos personales en el attachment o asunto en el e-mail y en el trabajo para ubicarlo fácilmente (nombre y grupo); título del trabajo; tipo de letra Arial tamaño 12; espaciado 1.5; extención máxima 750 palabras (mínima 500); buena ortografía (de 15 a 20 errores dependiendo de la extensión).
b) de Contenido: vinvulación explícita de la película con el texto; estructura gramatical adecuada, capacidad de aplicación, análisis y síntesis, conclusión (sobre la película, el trabajo, las ideas reflexionadas y/o lo aprendido.
¿Dudas? Pregunta o envía un correo.
El título de este archivo es un vínculo a un sitio donde se encuentra un comentario a la película.

¿Quien es un cristiano?

Una historia de los tiempos de Jesús cuenta que un día se presentó un pagano al célebre rabino Schammay y le dijo que se convertiría a la religión judía si era capaz de explicarle su contenido en el tiempo que es posible permanecer apoyado sobre un solo pie. No nos importa aquí lo que respondió el rabino, sino pensar qué respuesta daríamos nosotros si alguien nos preguntase por el cristianismo en los mismos términos.

¿Una moral más exigente?
La Constitución soviética de 1936 dice en su artículo 12: "El trabajo en la U.R.S.S. es, para todo ciudadano apto, un deber y un honor, según el principio: 'El que no trabaja, no come".

Su notable semejanza con el principio paulino ("Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma": 2 Tes 3, 10) nos lleva a preguntarnos si no será inútil querer definir al cristianismo por unos contenidos éticos específicos. Aun seleccionándolos entre los que parecen más originales (el amor a los enemigos, por ejemplo), siempre acabaremos encontrando alguien que los defienda fuera de la Iglesia y quizá, incluso, quien los viva mejor que nosotros (piénsese en Gandhi).

Desde luego, se podría observar negativamente la falta de fe del que obra (o al menos su incoherencia), puesto que la fe -si bien no señala un camino específico- veta algunos caminos que otros hombres sí creen poder recorrer. Siempre que se instrumentalice al hombre, siempre que se quiera utilizar medios malos para alcanzar fines buenos, etc., la fe veta.

Pero cuando las obras están “bien hechas”, es inútil querer encontrar en ellas un “sello” especial que distinga las que fueron realizadas por cristianos: no existe la física cristiana, ni la paternidad cristiana, ni la política cristiana…Las obras exteriores del hombre éticamente maduro coincidirán con las del cristiano responsable. Esta convicción fue expresada ya en el antiquísimo Discurso a Dogneto:

"Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su habla, ni por sus costumbres. Porque ni habitan ciudades exclusivas suyas, ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás (...), sino que, habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte que a cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor de peculiar conducta, admirable, y, por confesión de todos, sorprendente. Habitan sus propias patrias, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria; y toda patria, tierra extraña. Se casan como todos, como todos engendran hijos...".

¿Cristianos "malgré leurs”?[1]
Si la vida exterior del cristiano y la del no cristiano no tiene por qué distinguirse positivamente, si el no cristiano puede hacer obras tan buenas como el cristiano, ¿no deberíamos deducir de ahí que muchos hombres son cristianos sin saberlo?

Ya desde antiguo se planteó esta cuestión. Por ejemplo, San Gregorio Nacianceno, con ocasión de la muerte de su padre –convertido tardíamente a la fe cristiana- decía:

“Él, aún antes de haber llegado a nosotros, ya era nuestro. Se identificaba con nosotros por sus costumbres. Porque, así como muchos de los nuestros no lo son en realidad, alejados del cuerpo común por su modo de vivir, así, por el contrario, muchos de los que están fuera son nuestros, en tanto que anticipan la profesión de fe con su estilo de vida. Sólo les falta el nombre, pues tienen la sustancia de la cosa. También mi padre era de éstos, rama ajena pero orientada dinámicamente hacia nosotros pos su estilo de vida".

De hecho, no pocos teólogos han dado ese paso. Karl Rahner habló en otro tiempo de los "cristianos anónimos"; Paul Tillich, de la "Iglesia latente"; Edward Schillebeeckx, de la "fe implícita"; Jacques Grand'Maison, de "una Iglesia fuera de la Iglesia"...

Es cierto que los defensores del cristianismo anónimo no pretenden utilizar tal nomenclatura cuando están hablando con un incrédulo, sino solamente en el lenguaje intracristiano, pero no es menos cierto que inevitablemente trasciende y en ningún sitio se encontrará un ateo, musulmán o hinduista serio que no considere una insolencia verse convertido en cristiano "malgré lui", sin su consentimiento.

Todavía resultará más intolerable si, dando un paso más, a los "cristianos indignos" nos permitimos llamarlos "ateos anónimos"; con lo cual convertimos a todos los hombres buenos, quieran o no, en cristianos, y a todos los malos, quieran o no, en ateos.

¿Qué pensaríamos nosotros si un budista nos considerara benevolentemente como "budistas anónimos"? De hecho, ya Feuerbach nos trató de "ateos anónimos": "Mi ateísmo -escribió- no es otro que el inconsciente y efectivo ateísmo de la humanidad y la ciencia moderna, pero hecho consciente, explícito, declarado."

Pues bien, aun cuando sea cierto que todos podemos tener convicciones inconscientes diferentes de las que conscientemente profesamos, creemos que es necesario respetar en cada cual lo que dice ser, so pena de que todos seamos capitalizados por cualquier creencia o increencia como adeptos inconscientes.

La lección de teología de un marxista
Ya hemos visto por qué no parece acertado pastoralmente hablar de "cristianos anónimos". Demos ahora un paso más: ¿Qué decir teológicamente de semejante expresión?

En los años setenta, un reconocido filósofo marxista Roger Garaudy, sorprendió a propios y extraños. Este hombre –que había dicho en 1965: “He aprendido a respetar la fe cristiana, que, no obstante, nunca compartiré”- publicó en 1972 un libro que terminaba así:

"Durante toda mi vida me he preguntado si yo era cristiano. Durante cuarenta años me he respondido que no. Porque el problema estaba mal planteado: Como si la fe fuera incompatible con la vida del militante. Ahora sé que ambas se unifican. Y que mi esperanza de militante no tendría más fundamento que esa fe."

Sin embargo, tres años después, respondiendo a una pregunta en un debate organizado por las A.C.L.I. (Associazione Cattolica Lavoratori Italiani), rectificó:

"Si digo que no soy cristiano es por un motivo para mí fundamental: Yo no consigo rezar. La oración plantea la suposición de que se discute, de que se está en diálogo con alguien; yo no he hecho nunca esta experiencia; lo siento. La experimento, la siento como una disminución esta esperanza fallida. He aquí por qué no me atrevo a decir que soy cristiano”.

Así, pues, en un primer momento Garaudy pensó que durante cuarenta años había sido un "cristiano anónimo", pero pronto se corrige a sí mismo: Ni antes ni después ha sido cristiano porque, aunque sus convicciones coinciden con las del cristianismo, no ha tenido nunca una experiencia personal de Jesucristo: No consigue rezar.

Y es que, en efecto, resulta insuficiente una relación con Jesús definida sólo por tomar el relevo de su "causa" de justicia y libertad para todos los hombres. Sabiendo que no hay que confundir la fe con las creencias, ni con sus exigencias éticas; que la fe, antes que nada -lo vimos en el capítulo anterior- es el encuentro personal con Cristo, hablar de "fe implícita" es tan contradictorio como decir "círculo cuadrado" o "hierro de madera".

Desde el Nuevo Testamento los cristianos se han caracterizado por el reconocimiento explícito de Cristo; por la confesión de su nombre. Son los que "confiesan con su boca que Jesús es Señor y creen en su corazón que Dios le resucitó de entre los muertos" (Rom 10, 9). Es verdad que no sirve para nada limitarse a decir "Señor, Señor" (cfr. Mt 7, 21), pero decir "Señor" es el rasgo distintivo del cristiano.

El cristianismo es opción personal. No es una especie de "convenio colectivo" que coge a todos los hombres buenos por el hecho de serlo, quieran o no. Si estiramos tanto la palabra "cristiano" que llega a ser sinónimo de "hombre justo", o estiramos tanto la palabra "oración" que acaba identificándose con la vida, etc., hemos convertido en inútil el lenguaje. Hablar de "fe implícita" o de "cristianismo anónimo" es en muchos hombres la confesión desoladora de una total inexperiencia de Dios. Y es importante señalar esto, porque en bastantes cristianos está empezando a hacerse realidad lo que había preconizado Feuerbach: La teología cristiana deviene antropología y se hace incapaz de decir Dios a los hombres.

Es evidente que Dios actúa también en los no creyentes. San Clemente de Alejandría decía bellamente: Homero profetiza sin proponérselo, Platón se expresa como discípulo del verbo, los poetas han sido catequizados por el Espíritu. Y el Concilio Vaticano II lo afirma repetidas veces que en los pueblos no cristianos hay también "verdad y gracia" debidas a una "secreta presencia de Dios"; que las demás religiones tienen no poco de "bueno y verdadero" "por divina disposición"; hasta el punto que "la Iglesia lo juzga como una preparación al Evangelio". En otro lugar afirma que Dios ha puesto "semillas de contemplación" en "las antiguas culturas antes de la predicación del Evangelio". Pero sólo cuando el hombre, tomando conciencia explícita de esa presencia de Dios en su vida, proclama con la boca a Jesús de Nazaret como su Salvador podemos decir que ese hombre es cristiano.

Hacemos nuestras las siguientes tesis de Hans Küng:
1. No es cristiano todo lo verdadero, bueno, bello y humano. Nadie puede negarlo: También fuera del cristianismo hay verdad, bondad, belleza y humanidad. Sin embargo, es legítimo llamar cristiano a todo lo que, en la teoría y en la praxis, tiene una relación positiva y expresa con Jesucristo.

2. No es cristiano todo hombre de verdadera convicción, sincera fe y buena voluntad. Nadie puede olvidarlo: También fuera del cristianismo hay verdadera convicción, sincera fe y buena voluntad. En cambio, es legítimo llamar cristianos a todos aquellos cuyo vivir y morir está últimamente determinado por Cristo.

3. No es Iglesia cristiana todo grupo de meditación o de acción, toda comunidad de hombres comprometidos que, para salvarse, procuran llevar una vida honesta. Jamás se debería haber puesto en duda: También en otros grupos fuera de la Iglesia hay compromiso, acción, meditación, honradez de vida y salvación. En cambio, es legítimo llamar Iglesia cristiana a toda comunidad, grande o pequeña, de personas para las cuales sólo Jesucristo es el último determinante.

4. No hay cristianismo en todas partes en que se combate la inhumanidad y se realiza la humanidad. Es una verdad manifiesta que fuera del cristianismo -entre judíos, musulmanes, hindúes y budistas, entre humanistas poscristianos y ateos declarados- se lucha contra la inhumanidad y se promueve la humanidad. Sin embargo, no hay cristianismo más que donde, en la teoría y en la praxis, se activa el recuerdo de Jesucristo."

Lo específico cristiano
Ahora podemos resumir nuestras conclusiones:

El cristiano no se distingue de los demás por las obras exteriores que realiza, pero sí por su interioridad de creyente: por su fe en Jesús de Nazaret. Eso es lo específico cristiano. El creyente hará las mismas cosas que el no creyente, pero sus motivaciones se basan en la fe, la cosmovisión en que encuadra su compromiso procede de la fe, el sentido de su vida se lo ha dado la fe.

En cuanto a los hombres honestos que rechazan el cristianismo, respetamos lo que quiren y declaran ser. No les hacemos ni buscar ni encontrar a Dios a pesar suyo. Sin embargo, nos atrevemos a expresar con sencillez nuestra fe: nuestro Dios les busca, y sin duda les encuentra, por caminos que nosotros ignoramos.


[1] Traducción: se refiere “a pesar de ellos”, es decir, de ellos como personas.

Tomado de "Esta es nuestra fe. Teología para universitarios". Luis González Carvajal.

viernes, 15 de febrero de 2008

PARA TODOS

Lleva tu BIBLIA al examen el día que te corresponda.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Para el Examen Bimestral - Avisos

En las últimas semana el servidor de la escuela se ha "colapsado" de manera que algunos de sus trabajos enviados no llegaron a mi correo.

Te pido que todo trabajo, tarea o duda vaya dirigido a a mi nueva dirección de correo mjduron@gmail.com ("eme"-"jota"duron...)
De la manera más atenta te pido que el día del examen lleves una PLUMA DE TINTA AZUL, no es por chiflado, sino que son muchos los exámenes y trabajos que tengo que revisar y es MUCHO MÁS FÁCIL leer las respuestas en TINTA AZUL pues resaltan, a diferencia de la tinta negra.

Contenido para estudiar
  • Lectura ¿Qué significa Creer? (Hans Küng)
  • Lectura: La Fe: ¿conocimiento o sensación de Dios? (Luis González-Carvajal)
  • Dei Verbum (contenido de la Constitución Dogmática y Síntesis expuesta en la clase)
Recuerda que el valor del examen es 40% de la calificación.

El día del examen te pido que llegues con la Auto Evaluación que incluya
(ya sea en viñetas o en un texto, puede ser en hoja recliclada, pero NO ESCRITO CON LÁPIZ)
  • Aprovechamiento
  • Participación
  • Interés
  • Desempeño.
Como aclaración: Alguien que llega tarde, que no entrega entrega a tiempo los trabajos, que se duerme en clase o se la pasa platicando, haciendo otra cosa o haciendo NADA, evidente que no puede tener nota alta en la Auto Evaluación.
La Auto evaluación se entrega antes de iniciar el examen.

martes, 29 de enero de 2008

6 - 5 Equipos para la Exposición

Lee el documento "Consideraciones generales..."

El trabajo se entrega el viernes 22 de febrero vía email (mduron@ict.edu.mx)

El 8 de febrero presentan los equipos 1 a 4.
El 14 de febrero presentan los equipos 5 a 7.

Equipo 1
Aguilar Hernández María Fernanda
Heredia Cruz Luz Andrea
Ramírez Zavala Nelly Alejandra

Equipo 2
Alanis López Sheila Zulema
Heredia Zubieta Ana Lucía
Rivera Guillén Ximena

Equipo 3
Aviña Zapata Marissa
Hernández Inglés Erick Francisco
Rodríguez López Rocío Del Carmen

Equipo 4
Castañeda Barrera Luis David
Maldonado Mijares Marisol Silvia
Sánchez Cid Sonia Fernanda

Equipo 5
Castillo Eguileta Emely
Martínez Carrillo Alejandro
Santin Flores Silvia

Equipo 6
Chávez Latofski Estefanía
Mennah Govela Yamile Alejandra
Villa Meléndez Verónica

Equipo 7
Galván Sánchez Sara
Moses Sánchez José Gerardo

6 - 4 Equipos para la Exposición

Lee el documento "Consideraciones generales..."

El trabajo se entrega el jueves 7 de febrero vía email (mduron@ict.edu.mx) Si algún equipo tiene dificultad, avíseme con tiempo.

El 7 de febrero presentan los equipos 1 a 5.

El 14 de febrero presentan los equipos 6 a 10.

Equipo 1
Aguirre Chávez Héctor
Gorbea Hinojosa María Teresa
Ostos González Gerardo
Rosales Ramírez Ximena Izalia

Equipo 2
Cantú Rodríguez Sonia Florentina
Casanova Arteaga Samuel Alfonso
Martínez García Melina Patricia
Piña Plaza Luis Aurelio

Equipo 3
Castro Amor Raúl Alejandro
García Martínez Brenda Marylu
Huerta Romo Mayra Alejandra
Robles Betancourt Marco Antonio

Equipo 4
Barreda Zamora Beatriz Elena
Cossio Govea César David
Herrera Paredes Marian
Rocha Jiménez Juan Luis

Equipo 5
Aradillas Flores Violeta Yazmín
Elizondo Costa María Lucía
Espinosa Flores José Joaquín
Velazco Cárdenas Martín Fernando

Equipo 6
Chapus Fonseca Jaqueline Michelle
Flores Morales Efren Francisco
González Hidalgo María Teresa

Equipo 7
Gómez Pérez Denise
Guerrero Adame Fernando
Rodríguez Guerra Cristina Marcela

Equipo 8
García Mendo Melissa
Llerena Martín Del Campo Héctor M
Ríos Jiménez Ana Cristina

Equipo 9
Camacho Gómez Beatriz
Meza Quintanilla Alejandra
Núñez De Cáceres Estrada José L

Equipo 10
Méndez Arteaga Alejandra
Núñez Peña Lamas Diego Alonso
Ramírez Espiricueto Sandra Angélica

6 - 3 Equipos para la Exposición

El trabajo del resumen de la Dei Verbum se envía por email a mduron@ict.edu.mx antes de las 11:00 am del 6 de febrero, si alguien tiene problemas para enviarla ese día, pida una prórroga.

Lee el documento "Consideraciones generales...."
De acuerdo al número de tu equipo es el tema que te toca exponer.

Los equipos 1 a 5 presentan el día 6 de febrero. Si alguien del equipo va a participar en el taller de misiones, puede cambiar la fecha de presentación (no cambiarse de equipo) con alguien del 13.
Los equipos 6 a 10 el 13 de febrero.

Equipo 1
Almaguer Arámbula Luis José
Eng Obando Joyce
Pedraza Rubio Guillermo
Torres Díaz Arantza Zu

Equipo 2
Angeles San Martin Andrés De J
Delgado Rivera Karen Estefanía
Quiroga Acevedo Alessandra
Sánchez Manzur Antonio

Equipo 3
Azpeytia Obele Erick
Cardin Garza Alda
Palma Valdés María Fernanda
Senties Barrios Alejandro

Equipo 4
Belfort Martínez Lorena
Deschamps Pinete Ricardo
Ortíz Melo Mercedes
Valadez Cabrero José Gilberto

Equipo 5
Azúa Montoya Michel
Elizondo Ramon Jorge Ernesto
Núñez López María Fernanda
Velderrain Ramírez Diego

Equipo 6
Jiménez Soriano Jorge Armando
Noble Carmona María Susana
Villaseñor Barrera Rafael

Equipo 7
Martínez Flores Erick Gerardo
Morales Rodríguez Ivonne
Violante Cumpa Jorge Rafael

Equipo 8
Luna García Bertha
Melo Y Ramírez Andrés
Zárate Serrano Marianna

Equipo 9
López De La Rosa Blanca Denisse
Montaño Reyes Luis Ignacio
Treviño Barrios Mónica

Equipo 10
González Hernández Ruth Gisela
Moreno Miranda Enrique
Torres Díaz Carmen Adriana.

6 - 2 Equipos para la exposición

Sobre el trabajo de la Dei Verbum:
Como a la hora de la clase fue la intervención del ITESO, la entrega del resumen de la Dei Verbum se hará de la siguiente manera:

Los integrantes de los equipos 6 a 10 lo envían a mi correo el 5 de febrero o antes.
Los integrantes de los equipos 1 a 5 lo envían a mi correo el 12 de febrero o antes.
Correo: mduron@ict.edu.mx

Las citas que faltan son las siguientes:
Apartado 14: Gen 15, 18; Ex 24, 8; Salmo 22,96; Is 2, 1 – 4; Jer 3, 16; Rom 15, 4

Apartado 15: Lc 24, 44; Jn 5, 39; 1 Pe 1, 10; 1 Cor 10, 11

Apartado 16: Lc 22, 20; 1 Cor 11, 25; Mt 5, 17; Lc 24, 27; Rom 16, 25 – 26; 2 Cor 3, 14 – 16

Apartado 17: Rom 1, 16; Gal 4, 4; Jn 1, 14; Jn 12, 32; Jn 6, 68; Ef 3, 4 – 6;

Apartado 19: Hch 1, 1 – 2; Lc 1, 2 - 4

Apartado 20: Mt 28, 20; Jn 16, 13

Apartado 21: Hbr 4, 12; Hch 20, 32; 1 Tes 2, 13

Apartado 25: Flp 3, 8

Apartado 26: Is 40, 8; 1 Pe 1, 23 - 25.

Equipos para las exposiciones:

Lee las "Consideraciones generales..."

El número del equipo es en número del tema.

Equipos que presentan el 5 de febrero
Equipo 1
Acosta Florencia Alfredo
Beaven Calderón Laura Patricia
López Castillo Ricardo
Rivera Reyes Aldo

Equipo 2
De La Rosa Mohamed Mario Alberto
Flores Etienne Leslie
López López Roberto Iván

Equipo 3
Delgadillo Chabolla Gabriel Alejandro
Gómez Contreras Anna Rosa
López Padilla Raúl Antonio

Equipo 4
Escobar Mercado Esteban Eduardo
Gómez De La Cruz María Fernanda
Manrique Gutiérrez Rodrigo

Equipo 5
Fernández Medellín Ramón
López Echartea Eglantina
Naranjo Padilla José Rodrigo

Equipos que presentan el día 12 de Febrero
Equipo 6
Flores Revilla Andrés Alejandro
Martínez Reséndez Karen Celeste
Narro Vallejo Arturo

Equipo 7
Gálvez Ramos Fernando
Nader Valencia Ana Karen
Nossiff Sepulveda Daniel Alejandro

Equipo 8
García Rivas Jesús Dario
Patiño Wild Jorge Isaac
Rendón Hernández Ana Patricia

Equipo 9
Garmendia Cárdenas Gerardo
Ramírez Maldonado Jesús
Vela Eraña Nilse María

6 - 1 Equipos para la exposición

Consulta las "Consideraciones generales..."

Equipos que presentan el lunes 11 (el número del equipo es el tema que les toca presentar). Recuerda que la segunda parte de la clase es el examen bimestral.

Equipo 1
Abdo Feres Yolanda
Azcárraga Ibargüengoitia Rogelio
García Saldaña Mónica Marlenne
Rangel Ochoa Ana Hellen

Equipo 2
Acosta Florencia María Del Pilar
Balcazar Núñez Fernando Arturo
Garza Izaguirre Clarissa
Reyes Martínez Ana Karina

Equipo 3
Bautista Rdz Grettel Esmeralda
Di Bella Pérez Guillermo Alejandro
Gómez Treviño Lizeth Alejandra
Rocha González Rocío Cecilia

Equipo 4
Blanco Reyes Odette
García Barrón Luis Felipe
Govela Atiye Magaly
Sigrist Herrera Jeanette

Equipo 5
Cárdenas Alanís Ana Graciela
García Vargas Javier
Jaime De La Serna Ana Rosa S
osa Herrera Mariela

Equipos que presentan el lunes 18
Equipo 6
Carranza Salas Marcela Diana
Knight Mendoza Enrique
Limón Pérez Cynthia Karen
Tudón Maldonado Martha Alicia

Equipo 7
Carrera Rueda Blanca Guadalupe
Lugo Nava Adrián Andrés
Naumov Brunel Geralyne Leonie
Valdez Suárez Miriam

Equipo 8
Chimely Del Ángel Monserrat
Moses Cardín José Carlos
Piña González Mariana
Vera González Diana Carolina

Equipo 9
Del Ángel Guerra Hilda Lisseth
Portes Chávez Luisa
Sánchez Coppola Ricardo Fernando

Equipo 10
Domínguez Martínez Sara Alicia
Ramírez Rocha Martha Eileen
Sánchez Lan Andrés

Consideraciones Generales para la exposición de temas

Listado de temas:
A) Pruebas racionales de la existencia de Dios.
1. Pruebas físicas
2. Pruebas metafísicas y morales

B) Increecncias
3. Ateísmo
4. Superstición
5. Gnosticismo
6. Esoterismo

C) Nuevos Movimientos Religiosos (elegir del libro de P. Bosch)
7. Movimientos de origen cristiano
8. Movimientos de origen oriental
9. Movimientos de origen esotérico I
10. Movimientos de origen esotérico II

Para los temas consultar los dos textos base que se encuentran en la Biblioteca
· Díez Cuesta, Margarita. Hacia un humanismo cristiano 3, Editorial Progreso, México, 1995.
· Bosch, Pedro. Para conocer las sectas. Editorial Verbo Divino, Navarra, 2001.

Indicaciones generales
· Prevee con tiempo (por lo menos el día anterior) el material necesario con el encargado de Audiovisuales que corresponda (en la mañana Pedro Martínez; en la tarde con Daniel)
· Tiempo máximo 9 minutos por equipo
· Este tema tiene tres calificaciones:
a) Exposición (seguridad, claridad, material, creatividad)
b) Informe (que sea síntesis, buena presentación, se puede mandar por correo, no hace falta que esté engargolado, solo grapado)
c) Reporte personal: cada alumno entrega un reporte (a mano, con pluma, no lápiz y letra legible) de las exposiciones de sus compañeros al fin de la clase de la última presentación. Contenido del reporte: a) título de la exposición; b) integrantes; c) contenido (un texto integre las respuestas a las siguientes preguntas: ¿Qué información relevante presentaron? ¿qué me llamó la atención? (tanto del material de apoyo, como de la presentación o del contenido); d) conclusión (opinión general del trabajo de los compañeros).

martes, 15 de enero de 2008

Sesión 3 (21 a 25 de Enero)

Entra al sitio del Vaticano, busca la Constitución Dogmática Dei Verbum (de los documentos del Concilio Vaticano II) e imprímela (no abrá control de lectura).

En clase vamos a trabajar en parejas.

Material por parejas: Copias de la Dei Verbum y Biblia, si a una pareja no trae el material completo se marcará como falta.

Si no encuentas la Dei Verbum haz click aquí.

martes, 8 de enero de 2008

Sesión 2 (14 al 18 de Enero)

La Fe: ¿Conocimiento o Sensación De Dios?

En el capítulo anterior hemos afirmado que el hombre está hecho para la relación con Dios Con otras palabras: Está hecho para la fe. Pero, ¿qué es la fe? Los catecismos que estudiaron nuestros padres tenían una parte titulada "las verdades que debemos creer"; y, de hecho, la mayoría de los cristianos conciben la fe como el asentimiento intelectual a determinados dogmas. La estructuración de tales catecismos como un catálogo de preguntas con sus correspondientes respuestas "ortodoxas", parece incluso un intento de medir cuánto se cree. Pero todo eso significa ignorar lo que es la fe. San Anselmo hablaba de una fe que todavía "no conoce".

Sé de quién me he fiado
Cuando al pueblo elegido se le preguntaba por su fe no se le ocurría responder con una serie de enunciados sobre Dios, el mundo y los hombres. Su respuesta era más bien relatar una historia y confesar que a lo largo de ella había palpado la presencia de Dios:

"Mi padre era un arameo errante... Los egipcios nos maltrataron y nos humillaron, y nos impusieron dura esclavitud (...) y el Señor escuchó nuestra voz (...) El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte (...) y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel" (Dt 26, 5-9).

Llega al extremo de que en hebreo ni siquiera hay una palabra que signifique lo mismo que nuestro "creer". El Antiguo Testamento utiliza generalmente el verbo 'aman, que significa "apoyarse en quien está firme". Por eso Isaías afirma: "Si no creéis, no estaréis firmes" (Is 7, 9). Creer es decir "amén" a Dios, fundar la existencia solamente sobre él, y es, por tanto, una actitud que incluye sentimientos de fidelidad personal, entrega absoluta, confianza osada, paciencia que nunca desespera... Esos son los rasgos que el autor de la Carta a los Hebreos destaca en los grandes testigos de la fe veterotestamentaria:

"Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber adónde iba Por la fe, (Moisés) salió de Egipto sin temer la ira del Rey; se mantuvo firme como si viera al Invisible.. . Por la fe soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones, apedreados, torturados, aserrados (...) hombres de los que no era digno el mundo" (Heb 11).

Nada tiene de particular que, recordando la confianza plena de Jesús en su "papá" (Abbá), sea designado como "el que inicia y consuma la fe" (Heb 12, 2). La fe es el resultado de un encuentro entre dos personas (el hombre y Dios), parecido -como nos dirá el profeta Oseas- a la relación matrimonial. San Pablo lo expresa maravillosamente cuando escribe: "Sé de quién me he fiado" (2 Tim 1, 12).

Por lo tanto, nadie puede tener fe por nosotros. Todo es diferente en la técnica. Basta, por ejemplo, que un científico, después de pacientes experimentos, descubra el antídoto contra una enfermedad para que todos los médicos del mundo se beneficien de esos resultados sin necesidad de que cada uno repita personalmente todo el proceso de la investigación. En el campo de la técnica podríamos dar la razón a Unamuno cuando dice: "Que inventen ellos."

Pero si la fe es, antes que nada, un encuentro con Dios, nadie puede ahorrarme mi propio encuentro personal. Los Santos Padres, cuando hablaban del conocimiento de Dios, solían emplear una expresión llamativa: "Sensación de Dios".

En una situación de cristianismo nacional, donde, teóricamente al menos, todos tienen fe, nunca se sabe si la tiene alguien de verdad, es decir, si se tiene fe en Dios o en quienes nos hablaron de él. Para los hombres nacidos en un ambiente cristiano, la fe consistirá en dejar de creer en sus maestros religiosos para creer directamente en Dios, igual que cuando los habitantes de aquella aldea samaritana pudieron decir a la mujer que les habló de Jesús: "Ya no creemos por lo que tú cuentas; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es realmente el Salvador del mundo" (Jn 4, 42).

De la fe a las creencias
A nosotros nos dijo Jesús que nadie "enciende un candil para meterlo debajo del perol" (Mt 5, 15), y por eso necesitamos contar a los demás la Buena Noticia de que hemos encontrado al Salvador del mundo. San Pedro decía a los cristianos que deben estar "dispuestos siempre a dar razón de su esperanza al que les pida una explicación" (1 Pe 3, 15). Y eso intentan las formulaciones de la fe. El "creo en Ti", se completa con el "creo que".

Ahora sí que hemos llegado a las verdades de la fe de los viejos catecismos. Las llamaremos creencias para distinguirlas de la fe misma que es ese encuentro amoroso con Dios. Y dejaremos bien claro que de nada sirven las creencias sin la fe. Sería como un paquete primoroso... que no envuelve nada. Santo Tomás de Aquino fue muy lúcido:

"Puesto que el que cree asiente a las palabras de otro, parece que aquel en cuya aserción se cree es como lo principal y como fin en toda fe; y, en cambio, secundarias aquellas verdades a las que uno asiente creyendo a otro."

Por otra parte, cuando intentamos expresar la fe en creencias, acabamos constatando, como el hijo de Sirah, que nunca logramos hablar convenientemente de Dios: "Siempre estará más alto" (Eclesiástico 43, 27-31). "Dios es más grande que nuestro corazón" (1 Jn 3, 20). Es como si intentáramos explicar a un ciego de nacimiento cómo es el color rojo. ¿Qué le diríamos? ¿Que es el color de la sangre? El nunca ha visto la sangre... ¿Que es el color que expresa la lucha, la energía...? Es inútil. Cuando el ciego creyera haber comprendido lo que es el color rojo tendríamos que decirle: Desgraciadamente, no es nada de lo que tú crees haber entendido: es "otra cosa".

Algo así nos ocurre con respecto a Dios. Ya Jenófanes hizo notar la dificultad de hablar del "totalmente otro":

"Los etíopes dicen que sus dioses son de nariz chata y negros; los tracios, que tienen ojos azules y pelo rojizo (...) Si los bueyes, caballos y leones tuvieran manos y pudieron dibujar con ellas y realizar obras como los hombres, dibujarían los aspectos de los dioses y harían sus cuerpos, los caballos semejantes a los caballos, los bueyes a los bueyes, tal como si tuvieran la figura correspondiente a cada uno."

Consciente de ello, san Agustín decía: "¿Crees saber qué es Dios? ¿Crees saber cómo es Dios? No es nada de lo que te imaginas. nada de lo que abraza tu pensamiento." Las "Florecillas de san Francisco" nos han transmitido una deliciosa anécdota:

"San Luis, Rey de Francia (. .) oyendo ]a grandísima fama de santidad de Fray Gil (...) deseó mucho verle (...) Avisó el portero a Fray Gil que un peregrino le llamaba y al mismo tiempo le fue revelado por Dios que era el Rey de Francia. Salió de la celda al instante, corrió con fervor a la portería, y aunque no se habían visto nunca. se arrodillaron sin más preámbulos, se abrazaron con grandísima devoción (...) y ninguno de los dos hablaba, sino que permanecían abrazados en silencio con aquellas demostraciones de caritativo amor. Después de estar largo tiempo de la manera referida, sin decir nada. se separaron el uno del otro (...) No os admiréis de esto, hermanos carísimos -explicó Fray Gil- porque ni yo a él ni él a mí nos podíamos decir palabra (...) mirándonos por disposición divina los corazones, conocíamos lo que nos queríamos decir mucho mejor y con más consuelo que si lo explicáramos con el habla, porque el lenguaje humano, por su deficiencia, no puede expresar con claridad las cosas secretas de Dios, y más hubiera servido de desconsuelo que de satisfacción".

Parece como si Fray Gil se hubiera adelantado siete siglos a la famosa afirmación de Wittgenstein: "De lo que no se puede hablar, mejor es callarse.". Pero el silencio es ambiguo. También calla sobre Dios el agnóstico y el ateo, nada más que por una razón muy diferente a la de Fray Gil. Por eso conviene que hablemos de Dios, aunque para hacerlo tengamos que destrozar el lenguaje, como san Agustín en una famosa oración:

"Eres nunca nuevo y nunca viejo (...), siempre obrando y siempre en reposo; siempre recogiendo y nunca necesitado (...) siempre buscando y nunca falto de nada (..) Amas y no sientes pasión; tienes celos y estás seguro; te arrepientes y no sientes dolor; te aíras y estás tranquilo."

Tal recurso a la paradoja no nace del capricho de dificultar la comprensión del creyente, sino que, con su misma apariencia de contradicción interna, constituye el único modo de poder atisbar algo de Dios. Diríamos que, lo mismo que la brújula busca siempre el polo y cuando la colocamos en la zona polar gira locamente, así también la razón humana apunta nerviosa, antinómicamente (Contradicción entre dos preceptos legales; Contradicción entre dos principios racionales.), cuando se la coloca en su "norte", que es Dios.

Crisis de fe
Quizá a la luz de lo anterior podremos reinterpretar lo que suelen llamarse "dudas de fe" y que, en realidad, son más bien "dificultades de creencias", dificultades con nuestras ideas sobre Dios. Las dificultades con las creencias no son peligrosas para quien tiene una experiencia personal de Dios, un trato amoroso con él. Como dijo el Cardenal Newman, "diez mil dificultades no hacen una duda".

Unas veces la fe se vive con entusiasmo: La persona de Cristo y su causa nos conmueven tiernamente. Pero otras veces, en cambio, todo es frialdad y sentimiento de la lejanía de Dios. No hay ningún místico que no se haya quejado alguna vez de haber sido abandonado por Dios. El gran maestro de tal experiencia es san Juan de la Cruz, que incluso le dio nombre inmortal: La Noche Oscura.

Quizá uno de los rasgos de nuestro tiempo sea la generalización de la noche oscura. Pero eso más debe esperanzarnos que deprimirnos: La Noche Oscura es una oportunidad para conocer mejor a Dios; acaba siendo siempre una purificación de nuestros pequeños "dioses de bolsillo", esos que Jenófanes advertía que hemos hecho a nuestra imagen y semejanza. El silencio de Dios señala la muerte de una imagen concreta de Dios, demasiado pobre, que nos habíamos fabricado y que, ante una situación nueva, no responde a nuestras expectativas, nos defrauda. El carácter chino que significa "crisis" resulta de la combinación del signo que dice "peligro" y del que simboliza "oportunidad". También la crisis de fe es a la vez peligro de rechazar a Dios, confundiéndolo con la imagen que rechazamos, y oportunidad de acercarnos más a él accediendo a una imagen nueva que sustituya a la antigua que se ha revelado defectuosa. Es la convicción de ·Tolstoi:
"Si te viene la idea de que es falso todo lo que pensabas sobre Dios y de que no hay Dios, no te asustes por eso. A muchos les sucede así. Si un salvaje deja de creer en su dios de madera, no es porque no haya Dios, sino porque el verdadero Dios no es de madera."

A veces -y basta repasar la vida de los místicos- la noche oscura dura años; siempre confiando en que volverá a llegar la luz y experimentando en carne propia lo de que la fe es la capacidad para soportar las dudas, a veces terribles. Ya decía santo Tomás de Aquino que la fe es "menos cierta" que el conocimiento porque las verdades de la fe "trascienden el entendimiento del hombre" ". A Santa Teresa del Niño Jesús, en su lecho de muerte, le venían estos pensamientos: "La muerte te dará no lo que tú esperas, sino una noche más profunda todavía, la noche de la nada." Y añadía:

"Debe pareceros un alma llena de consuelos, para quien casi se ha rasgado el velo de la fe. Y sin embargo., esto no es ya un velo para mí, es un muro que se alza hasta el cielo (...) canto simplemente lo que QUIER0 CREER ",
Para este estado de ánimo sigue siendo insuperable la norma de san Ignacio de Loyola: "En tiempo de desolación nunca hacer mudanza,"
Sin embargo, después de salir de la "noche oscura", el creyente siente que ha descubierto a Dios de una manera nueva. Puede decir como Job: "Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos" Job 42, 5)
La oportunidad que nos brindan las dudas de fe nos permite sacar una conclusión: Si hubo un tiempo en que nos acusábamos de "tener dudas de fe", hoy más bien deberíamos buscarlas a propósito, como la única manera de ir pasando del dios de madera al Dios de verdad. Santo Tomás de Aquino decía:
"Es necesario que aquel que quiera conocer cualquier verdad, conozca todas las dudas y dificultades que existan contra aquella verdad, porque en la solución de aquellas dudas se encuentra la verdad. Así que para saber verdaderamente ayudan mucho las razones de las tesis contrarias."
Decimos "ir pasando al Dios de verdad", y no "llegar", porque, como gustaban decir los teólogos medievales, "Dios es siempre mayor". San Gregorio de Nisa extiende esta inaccesibilidad de Dios incluso a la visión beatifica: "La verdadera visión de Dios consiste en esto: que aquel que levante los ojos a Dios no deja nunca de desearlo..., porque su ser es inaccesible."
"Busquemos, pues, como si hubiéramos de encontrar, y encontremos con el afán de seguir buscando."
Toda idea hacia Dios, si pretendemos convertirla en una idea de Dios, se vuelve mentirosa. La idea se convierte en un ídolo. Todo el rigor de la prohibición de Ex 20, 4 está justificado: "No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo." Junto a la idolatría plástica hay otra (no menos grave) mental, que consiste en rendir culto no a Dios, sino a los conceptos teológicos. Con más motivo que una fórmula química no es adecuada representación de un fenómeno vivo, debemos decir que la fórmula de un misterio no es el misterio mismo. Por eso es profundo el consejo que Herrmann Friedrich Kohlbrügg daba a su discípulo Wichelhaus: "Que no se entere tu camisa de que te tienes por un teólogo." "Pessimum miraculum", decía san Buenaventura de una teología que quiere "entender" demasiado: "El vino se transforma en agua."
La fe del carbonero
Semejantes afirmaciones podrían sugerir a no pocos enemigos de la inteligencia que la teología es perjudicial o, en el mejor de los casos, innecesaria. Entre tales personas prosperó y fue ensalzada la "fe del carbonero". No sin perplejidad nos enteramos de que Clemente XI condenó el 8 de septiembre de 1713 estas dos proposiciones de Pascasio Quesnel "como falsas, capciosas. malsonantes, ofensivas a los oídos piadosos, escandalosas, perniciosas, temerarias (...) sediciosas, impías, blasfemas, etc.":

- "Útil y necesario es en todo tiempo, en todo lugar y a todo género de personas estudiar y conocer el espíritu, la piedad y los misterios de la Sagrada Escritura."
- "La lectura de la Sagrada Escritura es para todos".

Y Melchor Cano, en el informe que dio a la Inquisición para que se condenara el Catecismo de Carranza, afirma que es "absolutamente condenable la pretensión de dar a los fieles una instrucción religiosa que sólo conviene a los sacerdotes" y "poner en romance tanta teología" .

De la fe del carbonero es un ejemplo notorio aquel sorprendente diálogo del Catecismo de Astete:
P.-Además del Credo y los Artículos (de la la fe), creéis otras cosas?
R.-Sí, padre; todo lo que está en la Sagrada Escritura y cuanto Dios tiene revelado a su Iglesia.

P.- ¿Qué cosas son éstas?
R.-Eso no me lo preguntéis a mí, que soy ignorante; doctores tiene la Santa Madre Iglesia que lo sabrán responder.

P.-Bien decís: que a los doctores conviene, y no a vosotros, dar cuenta por extenso de las cosas de la fe: a vosotros bástaos dar la de los Artículos, como se contienen en el Credo."

Eso es lo que Fray Luis de Granada -en un libro que en la España de 1560 "las niñas del cántaro lo traían bajo el brazo y las fruteras y verduleras lo leían cuando vendían y pesaban la fruta" - llamaba irónicamente "creer a bulto y a carga cerrada lo que sostiene la Iglesia".

La Iglesia siempre ha afirmado, y Trento lo proclamó solemnemente, que "la fe es el principio de la salvación humana, el fundamento y raíz de toda justificación", Pero pretender que una fe que ni siquiera sabe lo que cree pueda salvarme, ronda la magia.

Difícilmente podrá atribuirse alguna eficacia histórica a una fe tal. Nosotros pensamos que la "fe del carbonero" sólo es buena para el "carbonero", o sea, para aquel que no puede tener otra. Afortunadamente siempre hubo en la Iglesia una "fides quaerens intellectum", una fe que busca entender. Santo Tomás de Aquino escribió:

"Si resolvemos los problemas de la fe sólo por el camino de la autoridad, poseeremos ciertamente la verdad, pero en una cabeza vacía."

La fe libera, las creencias atan
Pensamos que la distinción hecha aquí entre fe y creencias puede iluminar a muchos hombres que quizá hasta hoy se han creído heterodoxos e incluso llegaron a dudar de su fe. Hombres, por ejemplo, como Unamuno que en su "diario íntimo" escribió:

"Perdí mi fe pensando en los dogmas, en los misterios en cuanto dogmas; la recobro meditando en los misterios; en los dogmas en cuanto misterios".

Este tipo de personas tienen derecho a ocupar un puesto dentro de la Iglesia. Y los demás cristianos, los que no tienen dudas (¿existirá alguno?), tienen obligación de reconocerles como tales. También la distinción entre fe y creencias tiene una importancia muy grande para el ecumenismo. Puesto que la Iglesia es una comunidad de fe, y no de doctrina, no existe fundamento suficiente para que la diversidad de opiniones sobre las cuestiones doctrinales haga imposible la unidad en la fe y en el Espíritu. El talante dogmático es el culpable de la mayoría de las rupturas de la historia cristiana.
GONZÁLEZ-CARVAJAL, Luis, Esta es nuestra Fe. TEología para universitarios.